domingo, 4 de octubre de 2009

2012 Los Apocalipsis Hipotéticos


Es cuestión de entrar en la escena: una caminata tranquila por el malecón acompañado de una natural risa con la pareja de turno; de repente, tras una refrescante brisa marina, un maretazo lo devora todo. Según una producción hollywoodense a estrenarse en noviembre, el guión responde al nombre “2012”; según el calendario maya, también.
Los efectos especiales del film prometen ser tan espectaculares como los desastres naturales representados, con maremotos, terremotos, tormentas y más. Se trata de una representación de lo que hace 5,122 años predijeron los mayas: el sábado 22 de diciembre de 2012 será el fin del mundo. Ese día el Sol se alineará con la Tierra y el centro de la galaxia, produciéndose un evento que hará cambiar su polaridad.
El resultado: aumento de la temperatura, desequilibrios geológicos y climáticos, evaporación de aguas, incendios forestales y cosechas perdidas. Así, un nuevo ciclo empezaría, igual a como habría sucedido en el 3113 a.C., cuando desastres naturales alrededor del globo hicieron borrón y cuenta nueva, como ha corroborado el reconocido glaciólogo Lonnie Thompson (CARETAS 2094).
No obstante esto, el último 24, 25 y 26 de septiembre varios científicos llegaron a Lima para desarrollar el I Taller Internacional “Cambio climático en los Andes: estado del conocimiento y enfoques para el futuro”, organizado por la Delegación Regional Francesa de Cooperación para los Países Andinos, el Ministerio del Ambiente, la Comunidad Andina y el Instituto Francés de Investigaciones para el Desarrollo (IRD). Ahí postularon distintos escenarios apocalípticos, productos del calentamiento global, para lo que queda del Siglo XXI.
Para el glaciólogo francés Bernard Francou, del IRD, “dentro de 50 años no existirán glaciares en el mundo. Debemos prepararnos porque las cuencas dependen del agua proveniente de éstos. Para las ciudades de la costa el suministro hídrico será un problema”.
Otra proyección hídrica se relaciona con las lluvias, y según el doctor suizo Mathias Vuille, profesor de la Universidad de Albania, “las temporadas de precipitaciones serán más fuertes y torrenciales, con lo que las inundaciones van a ser continuas. Y cuando sea época seca será de aridez ocasionada por sequías prolongadas”. Esto es, tras la tormenta no llegaría la calma.
Y según la coordinadora argentina del Proyecto Claris, Elvira Gentile, “en términos agrícolas tendremos que adaptar las producciones cambiando fechas de siembra y cosecha, porque la variabilidad climática afectará a los cultivos”. De todos modos, tal y como adelantó nuestro columnista Nicholas Asheshov, el último estudio realizado por el Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA) señala que un período de 400 años de calentamiento en la temperatura fue el que permitió florecer al Imperio Inca.
Aún así, para la viceministra del Ambiente, Vanessa Vereau, la prevención es obligatoria: “Tan solo en el aspecto hídrico debemos realizar cosecha de aguas y manejo de reservorios”. La adaptación es posible, pero de no iniciarla hoy, durante los próximos 10 años esto implicaría una pérdida de 800 millones de dólares, según estimaciones del Minam. Eso siempre y cuando los mayas no tuvieran la razón. (Thor Morante)

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