viernes, 9 de octubre de 2009

Los chinos "descubrieron" América


Esta es, por lo menos, la teoría sostenida por el británico Gavin Menzies en su fascinante libro “1421” que pone en cuestión la “verdad absoluta” del descubrimiento de América por Colón. Los que lo han leído saben que sostiene que en esa fecha la flota china, integrada por más de 100 barcos bajo el comando del almirante Zheng He, visitó las costas americanas.
70 años antes que el “encuentro de dos mundos” con Colón a la cabeza. Luego de bordear toda América, pasando por el estrecho de Magallanes, la triunfante expedición regresó a China sólo para constatar que el expansivo emperador Zhu Di había sido derrocado. Los descubrimientos de tan fabuloso viaje fueron, así, “archivados”. Varios asuntos vienen a cuento a propósito de esta teoría histórica: el eurocentrismo y la relatividad de la verdad.
Las visiones eurocéntricas de la historia son distorsionadas. Limitar la génesis de la interacción continental americana a 1492 es bastante discutible. No necesariamente porque sea exacto todo lo que sugiere Menzies, sino porque es evidente que para esa fecha había potencias –como China– que eran factores de poder en el mundo. La poderosa flota de Zheng He no conquistó América sino lo hicieron muy pobres y patibularios aventureros de Extremadura. Pero antes –como ahora– quienes miraban hacia un solo lado dejaron de ver parte importante de la realidad: la presencia asiática precolombina.
Esta tesis plantea, además, la necesidad de tener siempre la mente abierta y revisar verdades absolutas en base al contraste de información y visiones. No sé si la sugerente teoría de Menzis es correcta pero no cabe duda de que está basada en amplia investigación y en sólidos datos. Las “verdades absolutas”, así, acaban siendo bastante relativas y, con ello, para nada “absolutas”. Si el “blasfemo” Galileo hubiera sucumbido ante la “verdad absoluta” del oscurantista Vaticano de entonces (la tierra, “centro del universo”), nunca se habría avanzado en el conocimiento del mundo.

Por: Diego García-Sayán

No hay comentarios:

Publicar un comentario