ESCRIBE: JOSÉ VADILLO VILA
FOTO: VIDAL TARQUI PALOMINO
¿Por qué José María Arguedas dejó con la mano
en el aire a Jorge Basadre? ¿Por qué este entendió
el desaire y fue a disculparse con Arguedas,
diciendo que cuando fue ministro se equivocó con el
tema de La Cantuta?
Un machote que lleva por título Arguedas en La
Cantuta, es la creación del profesor Raúl Jurado Párraga.
Ahí están algunas de las respuestas.
Ese conjunto de hojas anilladas, resume el trabajo al
que le ha dedicado el catedrático los tiempos libres de
los pasados tres años que le deja su labor docente. Así,
ha investigado la relación entre José María Arguedas y
la Universidad Nacional de Educación Enrique Guzmán
y Valle (UNE), La Cantuta.
Para Jurado Párraga, quien también dirige la revista
Sol de Ciegos, tanto la relación del autor con la UNE como
con la Universidad Nacional Mayor de San Marcos no
han sido exploradas debidamente.
Ha buceado en los archivos para conocer más la relación
entre el sujeto y el docente Arguedas. Dice que la relación
del escritor andahuaylino con la famosa universidad de la
sierra de Lima se remonta a los años cuando La Cantuta
quedaba en Lima, se llamaba Instituto Superior de Varones,
y funcionaba en el colegio Fanning, en Jesús María.
AÑOS DE ENSEÑANZA
Al poco tiempo de licenciarse en Literatura por la universidad
de San Marcos, el escritor se fue a trabajar al
colegio Mateo Pumacahua, de Sicuani, Cusco, donde
enseñó los cursos de Castellano y Geografía, entre
1939 y 1941.
SU PASO POR LA UNIVERSIDAD LA CANTUTA
El Arguedas
olvidado
Casi todas las áreas
de la vida de José
María Arguedas,
desde su personalidad
depresiva hasta
el legado de sus
trabajos literarios
han sido estudiadas
a plenitud. Un
investigador escarba
el paso del autor por
la Universidad de La
Cantuta y recuerda al
Arguedas educador.
ESCRITOR.
José María
Arguedas vivió
dos etapas en
La Cantuta.
Primero como
profesor de
quechua y
luego como
docente de
Castellano.
PERSONAJE
Lunes 25 de abril de 2011 13
Para el profesor Julio Yovera Ballena, el protagonista
Rendón Willka, de la novela Todas las sangres (1964),
igual que el de Paco Yunque (1931), de César Vallejo,
son personajes producto de la sociedad compleja y la
diversidad étnica en el Perú.
Explica que Willka encarna el trauma de la asimilación,
el alumno indígena insultado por los otros niños, mestizos
y blancos, y ante los cuales no puede defenderse ("la
boca del indio no puede", le grita a Rendón, uno de los
intérpretes, cuando este habla mal el castellano).
Pero hay un detonante más importante para el personaje
de Todas las sangres, dice Yovera, y es la relación
del escritor con los alumnos. Para Yovera es en este lugar
donde desarrolla su didáctica en la capacidad de comunicarse
con los demás, "una enseñanza de comunicación
no vertical sino como actividad de diálogo e integración:
Willka y Yunque nos invitan a no permanecer con los
brazos cruzados", opina.
PERSONAJE DEL MUNDO EDUCATIVO
Después de esa experiencia, el narrador vino a Lima
y fue docente en el colegio Guadalupe entre 1945 y 1948.
Cuenta Jurado que, tanto sus años por este centro de
estudios como los del año siguiente, cuando enseñó
en el colegio Alfonso Ugarte, son "pasos invisibles",
porque no queda registro de ello.
Entre 1949 y 1953, José María enseñó Quechua
en la universidad de San Marcos. Es en 1951 y 1952,
que Arguedas inicia su relación con La Cantuta, que se
denominaba Instituto Pedagógico Nacional de Varones
(el que, junto al Pedagógico de Mujeres, se trasladarían
a la Escuela Normal Central, que sería La Cantuta).
Ahí, José María enseña por horas los cursos de
Quechua y El Perú y sus problemas culturales, invitado
por el filósofo y educador Walter Peñaloza Ramella,
quien conocía a José María desde los tiempos de estudiante
en San Marcos y luego frecuentaron juntos la
peña Pancho Fierro.
UN APORTE EN LAS SOMBRAS
Después, José María vuelve a La Cantuta, ya movilizada
a su sede en Chosica, entre 1956 y 1959. A la vez enseña
en San Marcos entre 1958 y 1959, y en 1962 es
nombrado profesor en la universidad La Molina.
"Junto a maestros como Luis Jaime Cisneros, Arguedas
aportó a la renovación de la enseñanza del
castellano también desde el colegio experimental que
había en La Cantuta. Hay un 'fantasma pedagógico', un
libro que necesitamos buscar para ver si es real, que se
dice escribieron a partir de esas experiencias Arguedas,
Cisneros y otros", cuenta Jurado.
El principal problema para su investigación es que,
a diferencia de lo que sucede en la universidad Agraria,
en La Cantuta no hay archivos de los documentos "de
ida y vuelta", y registros de notas. Probablemente en
el traslado de una sede a otra, cree, se perdieron o se
quemaron muchos de ellos.
"Creo que por lo menos los documentos de los
nombres importantes deberían de mantener las universidades
y los colegios. El caso de La Molina es muy
distinto. Sí hay un buen registro de los memos y de
las notas, hasta cuando se suicida en 1969; se sabe
de lo irregular que es su estancia porque siempre está
viajando por salud o trabajo, y se conoce, en las cartas
personales publicadas, de su malestar cuando no le
quieren dar permiso".
A la ausencia de documentos se suma que no todos
"los viejitos" que dicen que fueron discípulos de Arguedas,
realmente lo fueron. Para eso se necesita rastrear
las actas de alumnos, que muchas veces también se
han perdido. "En el caso del colegio Guadalupe, por
ejemplo, se conoce por alumnos que hablan sobre su
maestro, pero son impresiones a la distancia".
ANÉCDOTA CON BASADRE
"Creo que más que laboral, la cercanía con La Cantuta fue
muy amical, de compromiso", opina Jurado. "Arguedas
fue profesor de La Cantuta por horas (lo cual era la forma
común en que trabajaban los maestros en esa época),
pero venía mucho a la casa del poeta Manuel Moreno
Jimeno (1913-1993), aquí en la universidad, donde
escribió parte de sus obras", cuenta Jurado.
Y el compromiso de Arguedas con el profesorado de
La Cantuta se resume en el encontronazo que tuvo con
Jorge Basadre. En una reunión, a inicios de la década
de mil novecientos sesenta, Arguedas dejó con la mano
en el aire al historiador.
El autor de Perú, problema y posibilidad, lejos de
molestarse, se acercó a José María y le pidió disculpas,
porque fue durante sus años como ministro de Educación
de Manuel Prado, entre 1956 y 1958, que a la
Escuela Normal Central (Cantuta) se le quitó el rango
universitario y la autonomía, a través de una norma
aprobada en esa época.
APORTE OLVIDADO
El doctor Walter Peñaloza Ramella, en un texto titulado
José María Arguedas en mi recuerdo, recordó que
recién en la Reforma Educativa de 1972 se tomó en
consideración para el curso de Lenguaje el método
educativo de hablar, leer y escribir, "dedicando tres
de las cuatro horas del curso a la práctica de la
lectura en clase, la elocución oral y la redacción,
y solo una hora de nociones gramaticales básicas".
Sin embargo, dice el propio Peñaloza, este método
novedoso había sido aplicado ya treinta años atrás
por el ministro Oliveira, a sugerencia de José María
Arguedas,
martes, 16 de agosto de 2011
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