domingo, 28 de agosto de 2011
MARCA PERU
.Por: Roberto Ochoa B.
Editor de Andares
Más allá del fiasco que ha significado la celebración del centenario de Machu Picchu, el nuevo gobierno debería aprovechar la Ley de Consulta Previa para colocar la “Marca Perú “ en el exclusivo grupo de países civilizados que respetan a su población nativa y a su entorno ambiental antes de explotar a la mala sus recursos naturales.
Desde que algún cretino acuñó aquello de que el Perú es un mendigo sentado en un banco de oro (y su nueva versión del “perro del hortelano”), nuestro país ganó fama internacional de simple (o simplón) exportador de materias primas.
Poco a poco hemos demostrado, sin embargo, que nuestra cultura viva, nuestra portentosa geografía, nuestra prodigiosa gastronomía y nuestras exportaciones “no tradicionales”, no solo son las columnas de la Marca Perú sino que también inflaron nuestro ego colectivo como para recordar que no en vano el Perú es cuna de civilizaciones.
La noticia de la aprobación de la Ley de Consulta Previa no solo rebotó en todo el mundo, sino que provocó saludos y felicitaciones de la Organización de las Naciones Unidas, y de las principales organizaciones ambientalistas del mundo .
Y esta es una oportunidad que no se debe perder.
La citada Ley fue aprobada por el Congreso de la República (un punto a favor de los otorongos) pero su promulgación por el Ejecutivo debe merecer una ceremonia con la presencia de la prensa extranjera, representantes de las principales agencias de turismo, directivos de las ONG ambientalistas más influyentes del mundo y de personajes mediáticos de la talla de Sting, James Cameron, Angelina Jolie,Q’orianka Kilcher y otros que garanticen el rebote internacional de una Ley que ha marcado un antes y un después en la accidentada historia política y económica del Perú.
De paso puede servir para cerrar heridas internas.
A diferencia de algunos países vecinos, en el Perú se materializó el milagro de San Martín de Porres, donde perro, gato y pericote se pusieron de acuerdo para el pago de un nuevo gravamen a las sobreganancias mineras.
Bien por los mineros. Bien por el gobierno. Bien por el Perú. Ahora solo falta declarar una guerra abierta contra la minería informal y sus socios dentro y fuera del gobierno, sobre todo, en el Ministerio de Energía y Minas.
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