Ahora que algunos presuntos o presumidos candidatos aprovechan cuanta ocasión pueda ser propicia para lanzar opiniones sobre la crisis y el porvenir, descubro con pena, pero sin asombro, que nada de cuanto dicen se relaciona con la educación. Ni una palabra relacionada con los muchachos que están en primaria o secundaria. Nada sobre el analfabetismo. Ni palabra sobre la educación superior, y menos opiniones sobre la vida científica del país. El dinero del que hablan (o que reclaman) no parece tener vinculación alguna con la educación. Cuando aluden al VRAE y a los problemas creados por el narcoterrorismo, tampoco parecen preocupados por la educación rural.
Tengo que admitir que algunos arriesgan opinión (y la revisten de solemnidad) cuando mencionan la currícula, ese desgraciado injerto que se va abriendo paso en los círculos académicos. No hay sino currículo en español, voz masculina y singular, con su plural currículos. Y no es que currícula no exista. Es voz latina, plural de curriculum, de la que deriva la palabra española. Lo desconcertante es que muchos de los que se sirven de esta palabra creen estarse refiriendo al plan de estudios (a las asignaturas). Ignoran que si realmente se interesan por el curriculum, están preocupados por la carrera (que a eso alude la palabra).
Pasando a algo más serio, necesito confesar mi sorpresa a la par que mi desconcierto cuando compruebo que no solamente muchos de los vinculados con asuntos educativos desconocen el Proyecto Educativo Nacional. No conozco político de buen nivel cultural que lo haya leído. Muchos creen que esa lectura sólo concierne a los interesados. ¡Pero el Perú entero está interesado en asuntos de educación pública! El Consejo Nacional de Educación no pensó que el Ministerio de Educación y los maestros debían ser los únicos lectores. Todo ciudadano es vigía obligado de la marcha del sistema educativo. A todos nos corresponde una obligada lectura del proyecto.
En 1996, merced al Informe Delors, la UNESCO difundió la tesis de que el aprendizaje se sustentaba en cuatro aprendizajes esenciales. Primer objetivo: aprender a conocer. Segundo objetivo: aprender a hacer. Tercer objetivo: aprender a convivir con los otros. Objetivo cuarto: aprender a ser. Con este último aprendizaje la educación logra su objetivo mayor. Del informe se desprendía que el conjunto de todos esos objetivos bien logrado significaba haber conseguido el triunfo de la tarea de aprendizaje.
Aprender es el objetivo de todo sistema educativo. Para lograrlo exitosamente se necesita un magisterio de alta calidad. Buscar que cada alumno tenga clara conciencia de ‘ser’ él mismo es lo que nos toca a todo docente. Si aprendemos a escucharlo podremos también ayudarlo a encontrar su camino. Este siglo nuevo que vivimos exige abrirle paso a cuanto sobre educación nos han enseñado los dos últimos siglos. Ya no se ofrece el conocimiento. Ahora se ayuda a buscarlo. A buscarlo utilizando las armas (y las virtudes) del que busca e investiga.
Nosotros no somos dueños del saber ni del conocimiento. Hemos aprendido, como ingenieros, los distintos caminos que ayudan a encontrarlo. Todos sabemos ahora que el conocimiento es más provisional de lo que sospechábamos. El saber es un instrumento que ayuda a perfeccionar la búsqueda. El debate es ahora el arma indispensable para continuar la marcha. Porque todos elegimos ‘una carrera’ estamos obligados a ejercitar la continuidad. Por eso la escuela de hoy no puede ser la que conocimos cuando estudiábamos en los hermosos libros verdes de Malet. Entonces salíamos del colegio llenos de noticias. Ahora los muchachos salen llenos de preguntas. No podemos desconocerlo.
Quizá sería interesante, afirmados ya los candidatos para la jornada del 2011, reunirlos para escucharlos opinar sobre estos temas. ¿Qué significa educar en un país como el nuestro, plurilingüe y pluricultural.
Tengo que admitir que algunos arriesgan opinión (y la revisten de solemnidad) cuando mencionan la currícula, ese desgraciado injerto que se va abriendo paso en los círculos académicos. No hay sino currículo en español, voz masculina y singular, con su plural currículos. Y no es que currícula no exista. Es voz latina, plural de curriculum, de la que deriva la palabra española. Lo desconcertante es que muchos de los que se sirven de esta palabra creen estarse refiriendo al plan de estudios (a las asignaturas). Ignoran que si realmente se interesan por el curriculum, están preocupados por la carrera (que a eso alude la palabra).
Pasando a algo más serio, necesito confesar mi sorpresa a la par que mi desconcierto cuando compruebo que no solamente muchos de los vinculados con asuntos educativos desconocen el Proyecto Educativo Nacional. No conozco político de buen nivel cultural que lo haya leído. Muchos creen que esa lectura sólo concierne a los interesados. ¡Pero el Perú entero está interesado en asuntos de educación pública! El Consejo Nacional de Educación no pensó que el Ministerio de Educación y los maestros debían ser los únicos lectores. Todo ciudadano es vigía obligado de la marcha del sistema educativo. A todos nos corresponde una obligada lectura del proyecto.
En 1996, merced al Informe Delors, la UNESCO difundió la tesis de que el aprendizaje se sustentaba en cuatro aprendizajes esenciales. Primer objetivo: aprender a conocer. Segundo objetivo: aprender a hacer. Tercer objetivo: aprender a convivir con los otros. Objetivo cuarto: aprender a ser. Con este último aprendizaje la educación logra su objetivo mayor. Del informe se desprendía que el conjunto de todos esos objetivos bien logrado significaba haber conseguido el triunfo de la tarea de aprendizaje.
Aprender es el objetivo de todo sistema educativo. Para lograrlo exitosamente se necesita un magisterio de alta calidad. Buscar que cada alumno tenga clara conciencia de ‘ser’ él mismo es lo que nos toca a todo docente. Si aprendemos a escucharlo podremos también ayudarlo a encontrar su camino. Este siglo nuevo que vivimos exige abrirle paso a cuanto sobre educación nos han enseñado los dos últimos siglos. Ya no se ofrece el conocimiento. Ahora se ayuda a buscarlo. A buscarlo utilizando las armas (y las virtudes) del que busca e investiga.
Nosotros no somos dueños del saber ni del conocimiento. Hemos aprendido, como ingenieros, los distintos caminos que ayudan a encontrarlo. Todos sabemos ahora que el conocimiento es más provisional de lo que sospechábamos. El saber es un instrumento que ayuda a perfeccionar la búsqueda. El debate es ahora el arma indispensable para continuar la marcha. Porque todos elegimos ‘una carrera’ estamos obligados a ejercitar la continuidad. Por eso la escuela de hoy no puede ser la que conocimos cuando estudiábamos en los hermosos libros verdes de Malet. Entonces salíamos del colegio llenos de noticias. Ahora los muchachos salen llenos de preguntas. No podemos desconocerlo.
Quizá sería interesante, afirmados ya los candidatos para la jornada del 2011, reunirlos para escucharlos opinar sobre estos temas. ¿Qué significa educar en un país como el nuestro, plurilingüe y pluricultural.
Por Luis Jaime Cisneros
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