lunes, 28 de septiembre de 2009
El ocho de los ocho
La reunión del Grupo de los 20 países económicamente más poderosos del mundo cumplió sus promesas: no aportó nada prometedor. Hay quienes creen que fue un entierro del viejo orden económico y financiero. Más pareció una farsa.El canal estadounidense CNN, en campaña para hacer creer que la recuperación está en marcha, formuló ayer este epitafio: en Winnipeg “no se aprobó nada en concreto, pero cuando menos se trazó un camino”.El propio Presidente Barack Obama ha resumido lo alcanzado en Pittsburgh: buscar un marco regulatorio para el sistema financiero mundial; retornar al sistema de compensación internacional; disminuir en 300 mil millones de dólares los subsidios a los combustibles sólidos.Nada de eso atenúa el poder hegemónico de la gran banca, causante de la ruina en la economía mundial y que está restaurando fondos gracias al apoyo billonario de los estados capitalistas.Ese parto de los montes no despeja los factores que originaron la gran crisis iniciada en 2008 y que no tiene trazas de concluir en 2010. Ningún alivio ha surgido para los pobres y casi ninguno para los países más pobres.Cierto es que en esta ocasión han participado en la cita algunos países emergentes: China, la India, Brasil, México, Sudáfrica, entre otros. Pero ellos no van a tener ningún poder de decisión. Tendrán voz, pero no habrá voto vinculante.La inclusión de esos invitados es fruto de la realidad. Ya se sabe que los pronósticos de las finanzas dicen que a mediados de este siglo las potencias dominantes en la economía mundial serán Brasil, Rusia, India y China, el llamado BRIC.Nada hay más terco que los hechos. Hace seis años, en setiembre de 2003, surgió en Cancún otro Grupo de los 20, encabezado por Brasil, China y la India, al cual el Perú se adhirió inicialmente; pero del cual, ante el grito patronal de un gringo, Raúl Diez Canseco nos apartó.Como precisó el alemán Thomas Manz en la revista Internationale Politik und Gesellschaft de la Fundación Friedrich-Ebert, edición de febrero de 2007, “esa coalición del sur abarca el 60 por ciento de la población mundial, el 70 por ciento de la población agraria y el 26 por ciento de las exportaciones agrícolas”.En cambio, el G8 representa, con la inclusión de Rusia, apenas el 13 por ciento de los pobladores del planeta.La cita de Pittsburgh ha sido sólo un esfuerzo por maquillar esa falta de legitimidad de las grandes potencias. La inclusión de nuevos asistentes no significa un cambio de orientación, un traslado de poder. Los amos de las finanzas, la economía y la política mundial han introducido una leve modificación que podría llevar el título de una gran novela policial de Eric Ambler: Too many cooks (Demasiados cocineros).El menú capitalista de los ocho va a seguir siendo el mismo
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