Raúl Wiener
POLITIKA Analista
En julio de este año, cuando Humala se preparaba para juramentar, la revista de humor político “Dedo Medio”, publicó el artículo “Polo Rojo o Polo Blanco” de Carlos León Moya que sacaba a luz interioridades de la campaña electoral nacionalista y del desplazamiento de los asesores de izquierda del entorno del candidato y su reemplazo por la asesoría Brasileña encabezada por Luis Favre.
A muchos les gustó que se abrieran los secretos de Humala, mientras que otros reprocharon que León Moya hubiese usado información obtenida mientras era un funcionario rentado de la campaña y a la vez dirigente de las juventudes del partido socialista. Varios se sintieron traicionados por lo que contaron sin saber que tenía como destino una publicación festiva y otros se sorprendieron por la facilidad con la que se les presumía conductas y declaraciones insuficientemente corroboradas.
Ahora León Moya, que ya se hizo una pequeña fama de ironizador de los tropiezos de la izquierda en su relación con el comandante presidente, ha publicado un nuevo y oportuno artículo bajo el título “El fin del ala izquierda: un fracaso más sí importa”, en el que, según sus propia palabras, intenta explicar la responsabilidad de la propia izquierda en el hecho de terminar expulsada del gobierno.
La tesis es que la izquierda se encandiló con el discurso radical de Ollanta y alineó “sus diminutas lanchas” detrás de él. Todos menos Patria Roja que tuvo la sapiencia de buscar su inscripción en paralelo para poder negociar de una posición de fuerza. Finalmente, que los intelectuales progresistas lanzaron un manifiesto por la gran transformación y se insinuaron como equipo de gobierno.
Según esa tesis, todo esto habría llevado a olvidar la construcción de un proyecto de izquierda, a esconder Madre Mía y aceptar maltratos del comandante, en aras del poder al que solo se podía acceder a través de Ollanta Humala. Por haber aceptado un rol tan subordinado sin dar la contra y por brindar señales equívocas los echaron fácilmente del gobierno. Y la izquierda fracasó una vez más.
León Moya ha pasado visiblemente del chisme al epitafio. Pero igual que la vez anterior al cronista le falta sentido de su propia ubicación. He consultado si lo que reclama de la izquierda fue alguna vez su posición como militante de la izquierda. Y nada. Asimismo si habló de Madre Mía y del autoritarismo de Ollanta cuando era parte rentada de la campaña. Y nada.
Pero como las ideas se independizan de las personas diré algunas cosas que el joven León está pasando por alto: (a) que la izquierda hizo el intento de tener su proyecto propio en el 2006, es indiscutible, como que hubo tres listas que juntas apenas pasaron el 1%; (b) que la izquierda tiene en estos momentos lanchas pequeñas, claro que sí, lo que es producto de derrotas anteriores, y era lógico que se uniera a un candidato con perspectiva con el que tenía coincidencias; (c) que Patria Roja quiso jugar con dos cartas, es más que evidente, pero le fue mal con ambas, porque la fuerza de masas de Ollanta era tal que no dejaba espacio para otros; (d) que la izquierda intelectual y partidaria apoyó lealmente a Ollanta y hoy tiene tanto derecho como los militantes nacionalistas y las bases sociales, para rechazar el giro del gobierno, que es el nuevo terreno de lucha; (e) no sé por qué el viraje de Ollanta va a ser un “fracaso de la izquierda”, en todo caso es un problema del gobierno con el país que lo votó, que no era solo de izquierda.
domingo, 18 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario