...
Juan Rebaza Carpio
Mirando al mar
Los vestigios de presencia humana en nuestra sierra, se remontan hasta hace 20 mil años, luego de los cuales, los hombres habrían empezado a bajar periódicamente para establecerse en las lomas como Lachay y Acari, donde la humedad y la neblina favorecían la vegetación, y donde la caza era propicia. Terminado el invierno, el hombre retornaba a las alturas a subsistir de la caza andina y del reverdor de las tierras por las lluvias del verano. Pero atraídos por la necesidad, el espíritu aventurero y el hechizo, se acercaron al mar hace aproximadamente 10 mil años, experimentando la conmovedora experiencia de descubrir la fortuna de una abundante y variada vida marina en las aguas límpidas y azules de nuestro océano.
El primer contacto del hombre con el mar, se limitó solo a la recolección de mariscos, luego se inició el periodo de aprendizaje de la pesca desde la playa con anzuelos, confeccionados primero de espinas de árboles, luego de espinas de pescado, hasta de huesos de especies marinas de gran tamaño. El hombre antiguo peruano derrochó ingenio y gran habilidad, al confeccionar la red con diversas fibras vegetales hace unos cinco mil años, cuando no era aún conocido el algodón.
En cráneos de los buzos o zambullidores encontrados en las tumbas de Paracas, se demuestran estomas en los oídos, una enfermedad conocida que produce los cambios de presión, y que nos enseña otra forma de pescar. El hombre inicia el auge de la red, sin embarcación y desde la playa, con apoyo de los zambullidores, y empleando como flotadores las calabazas. La caza de los lobos marinos se basaba en dar golpes de garrote, extendiéndose a lo largo del litoral para aprovechar sus carnes, sus cueros, las barbas y las grasas, que como aceite se usaban para prender las antorchas en fiestas nocturnas y encender luminarias.
Se considera que recién en los albores de la era cristiana, se inició la construcción de embarcaciones simples como la balsa, formada por troncos, balsillas de caña y las balsas de totora o caballitos de totora, que constituyen el inicio de la era de la navegación, demostrando la destreza consumada del hombre y las calidades de las embarcaciones, sencillas, frágiles, extremadamente ligeras, pero eficaces y funcionales.
Desde los primeros tiempos los pobladores de la costa tuvieron al mar como su principal fuente de alimento, extendida después a la sierra, mediante una organizada actividad de transporte a través de caminos como: Tumbes a Loja (Sierra Ecuatoriana), Chan Chan a Cajamarca, Nepeña al Callejón de Huaylas, Santa a Cabana y Tauca, Pachacámac a Huarochirí, Pisco a Castrovirreyna, etc.
Cuando el Inca deseaba comer pescado fresco del mar, pese a la distancia y los caminos escabrosos, los chasquis hacían realidad tal hazaña. Por ejemplo: desde Chala (Arequipa) al Cusco, con 320 Kms de distancia, 80 Chasquis lo cubrían en 2 días recorriendo 4 Kms cada uno de ellos. En las primeras 5 horas alcanzaban una altura de 3 mil metros sobre el nivel del mar, por lo que el pescado cubierto con algas y en bolsas de llama mantenía su buen estado.
La actividad pesquera iniciada en la antigüedad, paulatinamente se perfeccionó, organizó debidamente y se comercializó en beneficio de comarcas, regiones y finalmente de todo el Perú,
domingo, 18 de diciembre de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario