. El desastre ha servido, como siempre, para hacer introspección y para descubrir, así, signos de desatención y descuido. Las medidas de última hora, urgentes, que todos celebramos, confirman cuán desatendidas estaban las cosas. Algunas palabras debo decir sobre la extraordinaria entrevista al ingeniero Ronald Woodman, presidente del Instituto Geofísico. Me he enterado con pena de sus varios reclamos desatendidos. Y se me ha caído la cara de vergüenza al repasar el minucioso abandono que los legisladores hicieron de la sala en que él rendía su informe. Repito sus palabras: “Cuando terminé mi charla, ya nadie prestaba atención. El último que quedó presidía la mesa, pero estaba leyendo otras cosas que no tenían nada que ver. Necesitamos más apoyo”. Lo que necesita el país es que el Congreso sea un recinto de escuchas responsables. ¿Qué podrán pensar sobre este país nuestro quienes hayan leído, casualmente, en el extranjero esta entrevista?
Todo ciudadano debería estar, en rigor, bien informado sobre las posibles contingencias a que estamos sometidos por el solo hecho de estar donde estamos. Cuando leemos los problemas de estructura padecidos por uno u otro edificio, acá en Lima, y les echamos la culpa a los ingenieros, en el fondo estamos anunciando desconocimiento e irresponsabilidad de unos y otros. Claro se está que, apenas ocurre un accidente y se señala a los técnicamente responsables, nos enteramos de las ‘razones’ que explican que no se haya respetado lo que debía respetarse. Está muy bien que el Estado, producida la emergencia, tome las medidas necesarias. Pero la política de prevención debe procurar que no haya estudiante que termine su secundaria sin haber recibido cultura sísmica. Así como la escuela debe prepararnos para ser ciudadanos de un país pluricultural y plurilingüe, debe esmerarse en que tengamos una idea clara sobre la historia sísmica del Perú.
El momento es propicio para descubrir cuál es el conocimiento que los candidatos a presidente, a congresistas o a alcalde tienen ahora sobre temas geofísicos. Así como se organizan mesas redondas para aclarar graves situaciones que interesan a los bancos o a las empresas, que explican las verdaderas razones para defender los TLC que el gobierno ha firmado, así sería útil saber cuánto conocen sobre la estructura terrestre los que nos prometen carreteras y subterráneos. Ahora que se avecinan varios procesos electorales, los candidatos deberían elegir lugares especiales (ahí donde todavía no hay luz ni agua) donde puedan, candidatos y electores, intercambiar ideas, y donde sobre todo el ciudadano puede comprender los procesos necesarios a que debe someterse la realidad para lograr la instalación de la luz o del agua. No se trata de explicarles asuntos técnicos. Se trata de conversar sobre temas vinculados con la moral, que son temas de gobierno. Para combatir la corrupción necesitamos que unos aprendan a escuchar y que otros aprendan a conversar.
Así las cosas, bueno es pensar qué le correspondería a la escuela ante esta situación. Si un objetivo es formar ciudadanos, se hace evidente que todo muchacho que termina su secundaria tiene que tener clara idea de que el país (su país) está sometido, dada su estructura sísmica, a situaciones de peligro que él debe tener presentes. Buena información sobre sismos, tsunamis, temblores. Debe estar enterado de en qué terrenos no conviene construir determinado tipo de edificios, para poder mantener una conversación con ingenieros. A la escuela corresponde decidir si esta noticia la deben recibir en el curso de Geografía o en el de Educación Cívica.
domingo, 7 de marzo de 2010
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