PETER FRANKLE
El derecho a la salud, la Educación y la seguridad alimentaria no logran hacerse realidad porque falta presupuesto. Hay que buscar fondos para que los peruanos, sobre todo los pobres y vulnerables, tengan la atención de sus necesidades básicas. Hay que tener recursos para financiar las reformas que hacen falta. De lo contrario, las promesas electorales quedarán una vez más sin cumplirse.
Con ganancias extraordinarias del orden de los 5,000 millones de dólares anuales, las industrias extractivas podrían aportar mucho más.
La idea de que la minería y los Hidrocarburos deben tributar más porque tienen ganancias extraordinarias ha ido ganando consensos. Hasta Mercedes Aráoz en campaña se ha declarado a favor, cambiando oportunamente la oposición que hizo a ello cuando era ministra, y su bancada aprista ha presentado un proyecto de ley aumentando las regalías mineras.
Las regalías se lograron en el Congreso anterior, y aunque debieron aplicarse incluso a las empresas con convenios de estabilidad tributaria, no se hizo. El APRA debiera aplicar estas regalías como debe, en vez de proponer demagógicamente aumentos que no piensa aplicar. Ya sabemos, por cierto, gracias a análisis que el propio FMI ha revelado, cómo decenas de países en el mundo, aún teniendo convenios de estabilidad tributaria, han aumentado la tributación sobre las empresas mineras y petroleras sin consecuencias negativas sobre la inversión. Ese pretexto ya no va más.
Pero la mejor forma de aumentar el aporte minero y petrolero al fisco en un contexto de precios altos no son las regalías como propone el APRA, al menos no como éstas se han aplicado en el Perú. La razón es que, si los precios caen, las regalías se aplican ciegamente y podrían restar competitividad a algunas empresas mineras. Es correcto aplicar regalías, pero como un tributo permanente que responde a la propiedad pública del recurso natural; y no como respuesta a una coyuntura de precios altos.
Las mejores opciones pasan por gravar, es decir, cobrar impuestos, sobre las ganancias. Si hay ganancia, se cobra. Si hay muchas ganancias, se cobra mucho. Si no hay ganancias, no se cobra. De esa manera, la competitividad no se ve afectada.
En el Perú, un impuesto a las ganancias extraordinarias puede tomar la forma de un impuesto específico nuevo, o alternativamente el de una tasa del impuesto a la renta mayor cuando las ganancias sobrepasan un margen de rentabilidad. Son opciones técnicamente muy similares. Una tasa mayor para ganancias altas, es equivalente a un impuesto a las sobreganancias.
La definición de ganancias que se use, y en particular cómo tratar el costo del capital, los préstamos y la depreciación, es un asunto a evaluar con cuidado para evitar “filtraciones”, huecos legales que las empresas aprovechen para pagar menos. En Chile, han optado por cobrar una tasa adicional sobre el margen operativo.
La gran decisión política debe ser lograr una distribución más justa de la riqueza natural que posee el Perú. Las precisiones técnicas sobre la mejor forma de lograrlo, vienen después.
viernes, 17 de diciembre de 2010
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