sábado, 25 de diciembre de 2010

QUITATE TU PARA PONERME YO

.Por Alberto Adrianzén (*)

Lo sucedido los últimos días con la izquierda debería ser motivo de reflexión si queremos superar alguna vez la división que nuevamente se expresa en estas elecciones. No es mi interés entrometerme en las decisiones y debates internos de Fuerza Social. Considero que cada partido es libre de tomar el rumbo que crea conveniente. Sin embargo, me interesa comentar una afirmación de la carta de Gustavo Guerra García, dirigente de Fuerza Social, dirigida a la militancia de esa organización, que refleja lo poco que se ha avanzado en la izquierda. Guerra García dice: “También consideré que era positivo resucitar la confluencia que nos dio el triunfo en Lima, aislar a Ollanta Humala y apuntar a volver a unir el campo de lo social”.

Sorprende que un objetivo, digamos prioritario, sea “aislar a Ollanta Humala” y no a la derecha de este país. Considerar como “enemigo” al que se tiene al costado y no al frente ha sido una constante en las filas de la izquierda. Eso fue una práctica usual en los años 70. La mayoría de los grupos de izquierda consideraba como enemigo al más próximo, al más parecido. Así la izquierda se dividió, muchas veces, por temas que hoy sorprenderían a más de uno. Cómo no recordar las rupturas entre aquellos que sostenían que el Perú era un país feudal o semifeudal versus aquellos que afirmaban que el país era predominantemente capitalista. La historia de la izquierda da cuenta de estos debates, en verdad, bizantinos que la llevaron, primero, a su aislamiento, y luego a su fracaso. Basta contemplar el actual panorama para constatar cuán alejados estábamos (me incluyo) los militantes de izquierda de la realidad política nacional.

Por eso considero que proponer “aislar a Ollanta Humala”, más allá de ser un error político en el actual contexto electoral porque cede a las presiones de la derecha, reproduce esta manía vanguardista que tenemos los de izquierda de negarnos a construir una fuerza colectiva y plural. En realidad, el fracaso de la izquierda en el pasado se explica por su incapacidad para entender que la política es confrontación con los distintos y no con los iguales o similares. Lo que sucedió entonces fue que las lógicas vanguardistas y corporativas –cada organización era “dueña” de una porción de lo que se conocía en esos años como movimiento popular–llevaron a los distintos grupos a una abierta lucha fratricida que se exacerbó por razones electorales. La entrega generosa de la militancia, como también muestra la historia, acabó en una gran frustración. El título de una vieja canción: “Quítate tú, pa’ ponerme yo” fue, acaso, el epitafio de esa vieja izquierda.

Algo de ello está detrás de la frase “aislar a Ollanta Humala”. Las palabras de Gustavo Guerra García reproducen el mismo comportamiento que llevó a la izquierda a su fracaso. Por eso no me parece extraño que haya surgido un liderazgo progresista fuera de los predios de la izquierda. En realidad, Ollanta Humala bien puede ser el espejo en el que la izquierda se deba mirar para procesar una auténtica autocrítica. Ha sido fuerza del nacionalismo estos últimos años lo que le ha permitido a la izquierda (incluyo a Tierra y Libertad y al MNI) salir del gueto y de la marginalidad en la que se encontraba. El triunfo de Fuerza Social en Lima, algo le debe al camino que abrió el nacionalismo en el 2006. Desconocer esa realidad, además de mezquino y narcisista, conduce a repetir los viejos errores que terminan siempre por favorecer a la derecha y hacer fracasar a la izquierda.

Una nueva izquierda no se construye “aislando a Ollanta Humala”, ni tampoco confrontándose principalmente con la “vieja izquierda”. Se hace en abierta y franca pelea con la derecha. Una izquierda democrática como hoy se pregona, debe reconocer que la pluralidad no solo contiene a la derecha sino también a las distintas organizaciones de izquierda. Negar esto último es, simplemente, activar el túnel del tiempo. Es volver a cantar: “Quítate tú, pa’ ponerme yo”, pero esta vez para estar más cerca de la derecha.

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