viernes, 17 de diciembre de 2010

ORO DECAJAMARCA

.Por Antonio Zapata

La minera Yanacocha se constituyó en 1992 y actualmente lleva casi 20 años explotando el mayor yacimiento de oro de Sudamérica. Situada a pocos kilómetros de Cajamarca, el volumen y antigüedad de sus operaciones define un caso emblemático del modelo de desarrollo impulsado por la gran minería. Aunque la profunda y creciente desigualdad, evidente a simple vista, impide que Cajamarca se desarrolle como capital regional en expansión sostenida.

Además, la situación política es muy compleja. Si bien el poder económico se concentra en la empresa minera y la elite local casi no cuenta, el poder político, por el contrario, ha sido ganado por un grupo de izquierda, el MAS, conducido por Gregorio Santos. Se trata de un líder campesino, comunero y rondero, partidario de la zonificación a escala regional, definiendo zonas donde la minería quede excluida, dejando campo libre a la agricultura y ganadería, tradicionalmente poderosas en la región.

El problema comenzó cuando Yanacocha definió su operación como un enclave. Las necesidades de la empresa se compran en Lima, el comercio y la producción local casi no proveen insumos para su operación. Frente a uno pasan camiones cargados de todo, conduciendo desde maquinaria sofisticada hasta agua potable para el consumo del personal. Yanacocha es una cápsula perfecta, aislada del mercado local.

Por otro lado, tampoco ha creado ningún eslabonamiento productivo. Siendo la mayor mina de metal precioso en Sudamérica, se podría imaginar que la región se hubiera transformado en la joyería del oro por excelencia. Pero, no hay siquiera una artesanía significativa ni una marca “Cajamarca”. Yanacocha no ha capacitado artesanos ni ha generado una línea de crédito para impulsar operaciones. Nada. En Cajamarca el oro no se siente. Pudiendo ser la capital de la joyería peruana más refinada, no evidencia siquiera intención de conectar la mina con la producción local.

La misma relación negativa se presenta con el desarrollo agropecuario. Yanacocha no ha favorecido la aparición de proyectos innovadores ni impulsado la quesería artesanal, que se encuentra en fuerte expansión gracias a nuevos mercados. Por el contrario, las operaciones de la mina constituyen un fuerte estrés para la naturaleza y el medioambiente. Incluso, sus trabajadores laboran tres semanas seguidas y luego descansan 12 días en sus casas. El personal no necesariamente es local, sino que algunos viven en Lima, temporalmente alojados en campamentos concebidos como hotel. Así, hasta la mano de obra es parcialmente foránea.

En suma, la mina deja poco para la región. Ni compra ni vende localmente, tampoco apoya la agricultura y la ganadería, que efectivamente ofrecen empleo a la población. Su principal contribución es vía ingresos, pero disminuida, porque parte de su población laboral, tanto gerentes como trabajadores, viven saltando entre la región y sus verdaderos lugares de residencia.

Casi lo único que Cajamarca retiene es el impuesto bajo forma de canon. Esa estructura tributaria inclina el poder hacia la empresa, que impone su voluntad sobre una elite local muy disminuida. Pero, el triunfo del MAS redefine la situación y pone el acento sobre los actores políticos, que estarán sometidos a fuerte tensión en el futuro inmediato.

Para el nuevo presidente regional el desafío será cómo lograr un consenso, que extienda el beneficio de la minería a la economía regional en su conjunto. El reto de la empresa será cómo dialogar sin atropellar. Debido a la trascendencia de esta problemática, las decisiones que adopten los actores cajamarquinos tendrán impacto nacional. Ahí se juega el futuro del país minero que somos. ¿Qué dirán los candidatos presidenciales?

1 comentario:

  1. Amauta, quisiera enlazar mi facebook con su blog. Quisiera saber si me autoriza para ello.

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