.Félix Jiménez
Economista Ph.D. Profesor principal de la PUCP.
Mientras el presidente dice que «el Perú sigue creciendo con optimismo», el 73.9% de los peruanos pide que cambie la política económica actual. Definitivamente el Perú que observa Alan García es otro, no es el Perú que él nos deja. Durante su gobierno la participación de las remuneraciones en el ingreso total cayó de 23.1% a 20.9%, mientras subió la de las utilidades de 67.5% a cerca de 70%; el PBI per cápita aumentó en 24.4%, pero los salarios reales disminuyeron en 6%; en el PBI que crece la participación del comercio y otros servicios aumentó de 62.2% a 64% y en estos sectores se concentra cerca del 77% de la población ocupada de bajísima productividad y con ingresos promedio que no superan los 650 soles mensuales. Así, el Perú de hoy es económica y socialmente más desigual y más expuesto al conflicto social.
Lo que mira el Presidente
Alan García nos ha dicho: «hay que hacer detonar la gran inversión (extranjera) para que arrastre a la pequeña y mediana inversión, no al revés». Este giro en el sentido de la política pública ha ocasionado, entre enero de 2006 y setiembre de 2010, la expatriación de 37 mil millones de dólares por utilidades del capital extranjero, mientras ingresaron como inversión extranjera directa solo 27 mil millones de dólares. En el año 2010 salieron por concepto de utilidades del capital extranjero 8,900 millones de dólares, equivalentes a 25 mil millones de soles, cifra superior a los ingresos de todos los pobres del Perú que suman 21 mil millones.
Alan García ha enviado «cartas a todas las empresas del mundo», pero ninguna a los pobres del Perú. Consecuente con este tipo de política aceptó un óbolo minero gestionado por las propias empresas y que en los últimos cuatro años significó solo el 2.4% de todas las utilidades del sector. Dejó intacto el sistema tributario regresivo. La distribución del ingreso, medida por el coeficiente GINI, se deteriora después de impuestos (Barreix, et al., 2006) y la distribución del IGV en relación con el ingreso afecta más a los pobres porque las exoneraciones recaen sobre la canasta de consumo de los hogares relativamente más ricos (Haughton, 2006). Su gusto por lo meteco lo llevó, además, a acrecentar la vulnerabilidad externa de nuestra economía. Las importaciones reales per cápita aumentaron durante su gobierno a un ritmo de 16.6% anual, cifra superior a la registrada en los años de crecimiento (1993-1997) del gobierno de Fujimori (13.9%). Las exportaciones reales per cápita solo crecieron a la tasa de 3.8% promedio anual.
La perversión de la política pública
Los DU Nos. 01-2011 y 02-2011, con los que se facilita la inversión privada en 33 proyectos de infraestructura estratégica (energía, puertos, carretas y aeropuertos), son el súmmum de la perversión de la esencia de la política pública. Acorta los plazos para la ejecución de los proyectos; no se requieren certificaciones ambientales para obtener la autorización administrativa para la ejecución del proyecto; se transfiere propiedades del Estado automáticamente y a título gratuito solo mediante Decreto Supremo y el Estado asume el costo de la indemnización del perjuicio que esto cause; y, por último, no presentan justificación alguna sobre los costos y riesgos para el Estado, ni los beneficios sociales de cada uno de los proyectos. Un ejemplo del sentido de esta política es el proyecto «Afianzamiento Hídrico de la Cuenca del Río Pisco- Río Seco» que deriva agua a la zona de Lanchas donde opera la compañía agroindustrial de Lanchas S.A. cuyo director es el actual ministro de Economía. ¿Cuántos campesinos más se van a beneficiar con este proyecto?
jueves, 3 de febrero de 2011
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