domingo, 13 de diciembre de 2009

Al-Khalid

Alan García decidió la compra del tanque chino-paquistaní Al-Khalid y lo hizo desfilar. Se discute si es bueno o malo, pero no lo más importante ¿es necesario?

Los chinos fabricaron en sociedad con los pakistaníes un tanque para estos últimos, y lo denominaron Al-Khalid. Así es como se le conoce en el mundo.

La denominación que han utilizado en el Perú se refiere sólo al tipo de tanque, MBT-2000. MBT son las siglas en inglés de Main Battle Tank, tanque principal de batalla o tanque pesado. Es como decir fusil de asalto, un tipo de fusil del cual hay decenas de marcas y variedades. 2000 se refiere al año de diseño del tanque.

El Al-Khalid es un descendiente de los T-54 y T-55. Esos son precisamente los tanques que tiene actualmente el Ejército peruano. La dictadura militar del general Juan Velasco compró 300 de esos tanques cuando se preparaba para la guerra con Chile.

Dicho sea de paso, el hecho que esos tanques nunca se emplearan en combate desmiente lo que repiten a cada rato algunos generales peruanos: que si alguien compra armas es para usarlas. En la década de 1970 se compraron muchas armas que nunca se utilizaron, como los tanques T-55.

¿SE NECESITAN?

Se ha discutido –con razón– la calidad de los tanques chinos. Pero eso no es lo más importante. La pregunta clave es ¿el Perú necesita gastar entre quinientos y mil millones de dólares en tanques? ¿Son indispensables para la defensa nacional? La respuesta categórica es NO.

No es casualidad que el ministro Allan Wagner no los incluyera en el Núcleo Básico de Defensa (NBD): US$ 650 millones en cinco años. Tampoco es casualidad que Wagner no durara en ese cargo.

El tanque es típicamente un arma ofensiva. ¿El Perú tiene entre sus planes atacar a algún país vecino? Nadie se atrevería a responder afirmativamente. Y si se intentara, sería una insensatez completa.

Concretamente, aun si el Perú adquiriera cientos de tanques chinos, no podría superar el arsenal chileno.
Y para una política defensiva no se requieren tanques en el Perú.

NO SIRVEN AQUÍ

Como expliqué en esta misma página (“Compra sospechosa”, 24.5.09) los tanques han sido diseñados para operar en grandes planicies. Y de hecho, a lo largo de la historia, es en ese tipo de terreno que se han utilizado con éxito.

En la Segunda Guerra Mundial en las llanuras europeas, en el norte de África y, sobre todo, en las grandes planicies rusas, donde se produjo la más grande batalla de blindados de la historia, en Kursk, en julio de 1943.

También en el Medio Oriente, en las guerras entre árabes e israelíes (1967 y 1973) y más recientemente en las llanuras de Irak, en 1991 y 2003.

Pero el territorio peruano –y el chileno– son completamente inadecuados para el uso eficaz de tanques. La sierra, por supuesto, está descartada. No es casualidad que nadie haya visto desfilar un tanque por Huancayo, Puno, Cajamarca o Cusco.

Y la costa es una pequeñísima franja arenosa entre la sierra y el mar, muy similar al desfiladero de las Termópilas, donde un puñado de griegos detuvo a miles de persas.

En otras palabras, es un terreno absolutamente inconveniente para librar una batalla de tanques. Una incursión de blindados chilenos –con eso justifican la compra de tanques chinos– pondría a sus poderosos y costosos Leopard II en un campo de tiro al pato.

El Ejército peruano ha comprado recientemente -en más de US$ 80 millones– unos 500 misiles antitanques Spike y Kornet (israelíes y rusos) que tienen más alcance que los cañones del tanque Leopard II. Esa es una compra adecuada y justificada.
Además está la artillería antitanque, los aviones antitanques Shukoi 25 y los helicópteros cazatanques MI 25 (que están siendo puestos operativos como parte del NBD). Armas antitanques disuasivas y defensivas hay suficientes.

OTRA UTILIDAD

¿Para qué sirven los tanques entonces? Básicamente para los desfiles militares y –simbólicamente– para los golpes de Estado.
Y, además, para algo muy importante. Para cobrar coimas, como las que recibieron los capitostes civiles y militares del fujimorismo en la década pasada por las compras de los aviones rusos y bielorrusos, y otros pertrechos.

Como bien ha recordado Ángel Páez, la empresa china Norinco –la misma que fabrica el tanque Al Khalid– le pagó una coima de un millón de dólares a Víctor Joy Way. (“La compra del tanque chino es una decisión política”, La República, 11.12.09).

Usualmente, los sobornos en armas son –mínimo– del 10% (Sanjeev Gupta, Luiz de Mello, Raju Sharan, “Corruption and Military Spending”, FMI, WP/00/23). Si los tanques cuestan entre US$ 500 y 1,000 millones, sería entre US$ 50 y 100 millones. ¿En alguna(s) cuenta(s) en Hong Kong?

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