domingo, 13 de diciembre de 2009

El antiimperialismo y el Apra y el “auténtico” Haya

Había decidido darme un respiro del debate suscitado por la publicación de mi libro ¡Usted fue aprista!, pero las declaraciones de Hugo Vallenas (LR, 6/12/09) me han hecho cambiar de opinión. Tengo la impresión de que Vallenas opina no sobre mi texto sino sobre la lectura que de él ha hecho Antonio Zapata (“El APRA de Manrique”, LR, 2/12/2009). En su comentario, Antonio Zapata asume que el argumento que ata todo mi texto es oponer el libro de Haya, El antiimperialismo y el APRA (en adelante EAA), a la historia concreta del Partido Aprista. La razón de este enfoque sería mi sesgo izquierdista: “Manrique conocía la conclusión antes de comenzar el texto. Su sujeto de estudio no lo ha sorprendido ni tampoco le guarda la mínima empatía. Por ello, Manrique ya sabía que la historia concreta del APRA estaba plagada de virajes sin fin”.
¿Es necesario ser izquierdista para reconocer que la historia del APRA está “plagada de virajes sin fin, o Zapata alberga dudas al respecto? Puede considerárseles “una traición” o un “signo de madurez”, pero los hechos están allí. Aparentemente me descalifica ser parcial, por lo que juzgo al Apra desde un mirador negativo. Con ese mismo argumento debería descalificarse a los apristas (por su sesgo positivo) a un historiador extranjero (que no sería indiferente ante las tomas de posición sobre el imperialismo), y hasta a Tony Zapata, a menos que él crea estar hablando desde ese Olimpo denominado la “neutralidad epistemológica”: desde la Ciencia, mientras mira cómo los demás se debaten en las tinieblas de la ideología. Esa precisamente es la posición más sublimemente ideológica.
Retomo la línea maestra de su crítica: “La trayectoria vital del Haya de Manrique es una traición contra su libro juvenil”. Supongo que Tony asume que considero que EAA representa al “auténtico” Haya, traicionado por su trayectoria vital posterior. Pero en mi texto muestro que este libro fue apenas un eslabón más dentro de una cadena de intentos de reescribir la historia. Haya llegó hasta a tratar de hacer creer que EAA había sido publicado en México, el año 1928. Lo afirma en Treinta años de aprismo y se aferró a esta versión hasta el fin de sus días. Pero no existe tal edición de 1928, como lo aclara el propio Haya en la “Nota Preliminar” de la primera edición de EAA (1936): “Este es un libro escrito hace siete años que solo ahora se publica” (p. 13). El texto fue entregado para su publicación recién el 25/12/1935.
¿Qué está en juego en estas fechas? 1928 fue el año de la polémica con Mariátegui, cuando ambos disputaban las bases para sus respectivos proyectos políticos. Entonces Haya, para mostrarse tan revolucionario como su rival, propuso la lucha a muerte contra el imperialismo. Aún en febrero de 1930 defendía esta posición: “Para nosotros, con Marx y con Lenin, el imperialismo es el capitalismo en su forma más moderna … y si nosotros no combatimos al imperialismo, entonces no combatimos al capitalismo, y si no combatimos al capitalismo, entonces no luchamos contra la explotación, y si no luchamos contra la explotación no tenemos derecho de llamarnos ni socialistas, ni comunistas, ni revolucionarios. El Apra es antiimperialista porque es anticapitalista” (Haya de la Torre, “Carta a la célula del Cusco”, 15/12/1930).
Pero Mariátegui murió dos meses después, en abril de 1930, y entonces la posición de Haya cambió. Sostuvo en adelante que el imperialismo tenía un “lado bueno” (traía capitales, tecnología y progreso) y un “lado malo” (oprimía y explotaba). No se trataba más de liquidarlo sino de negociar con él, aprovechando su lado “bueno” y neutralizando el “malo”; esa es la posición recogida en EAA. Retroceder la fecha de su publicación a 1928 hubiera permitido borrar las huellas de este cambio ideológico fundamental.
Tengo la impresión de que para Haya adoptar un lenguaje leninista –como en la carta citada– o proclamar su simpatía con los EEUU y explicar que no era un radical –como lo hizo confidencialmente ante el embajador norteamericano en Lima, Fred Morris Dearing– respondía más a qué consideraba que querían oír sus interlocutores que con la defensa de la autenticidad ideológica.Confieso que estos hechos a mí sí me sorprendieron.

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