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¿Cárcel o local partidario?Según denuncia hecha por el semanario Caretas, la sede de la Diroes, donde el ex dictador Alberto Fujimori cumple la pena de 25 años de privación de la libertad a la que ha sido condenado por graves violaciones a los derechos humanos, se ha convertido en un apenas disimulado local de Fuerza 2011, el nuevo membrete que ha estrenado Keiko Fujimori como plataforma para su candidatura presidencial.Desfilan por el local antiguos fujimoristas, alcaldes en busca de reelección, candidatos municipales, dirigentas del movimiento del Vaso de Leche y clubes de madres, etc., a los cuales el autócrata ofrece charlas de adoctrinamiento, almuerzo y movilidad, pues las visitas a la Diroes llegan y se van en transportes puestos a su servicio. Todo esto bajo la complaciente mirada de quienes, se supone, tienen como tarea el resguardo del lugar y también deben velar por que el recluso cumpla un estricto régimen penitenciario.Es verdad que las condiciones que debe cumplir Fujimori fueron aligeradas hace dos años en materia de aislamiento, periodicidad de visitas y duración de las mismas. Las horas de patio pasaron de cuatro a doce y se autorizó visitas hasta por ocho horas tres veces por semana, con hombres y mujeres en días diferentes. Pero Caretas –que ha efectuado un seguimiento de las mismas–da cuenta del relajo existente, con hombres y mujeres recibidos al mismo tiempo, en nutridos grupos y sin límites horarios.Cuanto ocurre es un escándalo que debe terminar. Se ha comprobado que en días recientes el autócrata ha recibido hasta 180 visitantes por día, y que este total tiende a aumentar. Este abuso no puede llamar a extrañeza, puesto que goza de una sorprendente tolerancia. Cabe recordar que Alberto Fujimori es el primer interesado en un triunfo electoral de su hija Keiko, la cual tiene como principal y único punto de su programa político el otorgamiento de una amnistía que le permita dejar la cárcel.Lo que sucede debe terminar. No estamos pidiendo, como exageran sus partidarios, que se someta al ex dictador al mismo régimen de aislamiento que se aplicó a Abimael Guzmán. Pero es obvio que Alberto Fujimori no puede convertir su régimen carcelario en un elástico que puede estirar cuanto quiera, y distorsionarlo hasta hacer ver como “normal” lo que no lo es, es decir, el recibir a cientos de visitantes.Así se lo ha recordado el propio presidente García, quien ha declarado que de seguir este abuso las autoridades penitenciarias podrían optar por un retorno a un régimen carcelario más severo. También nos parece adecuado el pedido hecho por los congresistas Marisol Espinoza (PNP) y Mauricio Mulder (PAP) a fin de que el ministro de Justicia informe sobre la situación penitenciaria del reo. Como sea, los delitos cuya pena purga Fujimori son lo suficientemente graves como para que esta burla a la justicia no sea tolerada por más tiempo.
domingo, 16 de mayo de 2010
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