“El sueño del celta”. La última novela de Mario Vargas Llosa, como anunciáramos en mayo del año pasado, tiene como protagonista a Sir Roger Casement, el diplomático irlandés que denunció al mundo las masacres de nativos en el Congo y la Amazonía p
El interés de Mario Vargas Llosa por Sir Roger Casement no es reciente, ya en el ensayo “Las raíces de lo humano”, reunido en “La verdad de las mentiras” (2002), el escritor anunciaba que la vida de este cónsul irlandés bien merecía los honores de una gran novela. Y es probable que desde entonces se haya propuesto escribir sobre la agitada vida de este hombre que denunció el colonialismo y explotación durante la época dorada del marfil y del caucho en las selvas más recónditas de África y de América, donde millones de nativos —de estos dos continentes— fueron explotados, torturados y asesinados por la voracidad de la proclamada civilización occidental.
El Congo Belga
Entre las lecturas que influyeron en la decisión de Vargas Llosa para narrar las peripecias de Casement están, sin duda, “El corazón de las tinieblas”, esa magistral novela de Joseph Conrad sobre el Congo Belga y la naturaleza humana, y “King Leopold’s Ghost” del historiador Adam Hochschild. Ambos libros abordan, desde la ficción y la historia, el reinado de terror que impuso el monarca Leopoldo II en el Congo entre 1885 y 1906, cuando montó un imperio del caucho y del marfil a costa de la vida de millones de congoleses obligados a entregar la materia prima bajo severísimas penas que incluían la amputación de manos y pies, la tortura y la muerte. Leopoldo II se hizo de una gran fortuna a la vez que hacía creer al mundo que cumplía una función civilizadora.
El redentor
Si el mundo se enteró de las atrocidades del rey belga fue por hombres como Sir Roger Casement, quien con persistencia y coraje relató todo lo que allí ocurría a la Foreign Office. Tras el escándalo, Leopoldo II perdió su soberanía sobre el Congo, donde había exterminado entre cinco y ocho millones de seres humanos.
Meses después, en 1906, Casement estaría embarcado en otra tarea, como refiere George Simons en un artículo publicado en este suplemento (10 de mayo del 2009): investigar las denuncias de torturas y asesinatos cometidos en el Putumayo por la Peruvian Amazon Company de Julio César Arana. Después de estos hechos ocurrió algo extraordinario: Casement, que había sido nombrado caballero por defender las causas inglesas, cae en la cuenta de que las terribles injusticias cometidas por el colonialismo en África y América no eran ajenas a su Irlanda natal, dominada por el poder británico. Esto avivó su antiguo nacionalismo y en 1912 renunció al cuerpo diplomático y se embarcó en otra aventura que terminaría llevándolo a la muerte: la liberación de Irlanda.
En blanco y negro
En el rápido proceso que se le sigue luego de su captura en 1916 tras la sublevación irlandesa en Dublín, salieron a la luz sus diarios personales, donde no solo describía sus acciones humanitarias sino también sus encuentros homosexuales. Casement negó hasta su ejecución ser autor de la parte más escabrosa de los diarios y abrió una polémica en torno a su autenticidad. Llamados Blancos y Negros, estos diarios han llegado a nuestro tiempo como una incógnita, aunque análisis recientes han corroborado el puño y letra de Casement en ellos. El justiciero y revolucionario era a la vez un hombre que exponía con crudeza y fantasía sus vivencias sexuales en una época marcada por el conservadurismo. En síntesis, un hombre de novela.
domingo, 2 de mayo de 2010
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