Lo más interesante del retiro del personaje del Negro Mama de “El Especial del Humor”, de Jorge Benavides y Carlos Álvarez, en Frecuencia Latina, ha sido la polémica. Mónica Carrillo, de LUNDÚ, se mostró satisfecha con la medida y abogó porque se haga lo mismo con la Paisana Jacinta. Sin embargo, la emisora comunicó que este último personaje se mantendría porque “ha evolucionado”. La jefa de Relaciones Públicas de Frecuencia Latina señaló después que la cancelación no sería definitiva.
El asunto es que al perder invisibilidad, los estereotipos racistas –el negro bruto, la serrana cochina– se desintegran como los vampiros a la luz del sol. Así, frases como “seré negrito pero tengo un cerebrito” o “tú no tienes cerebro” dejan de ser bromas aparentemente inocuas, constitutivas del humor criollo tradicional.
De pronto, alguien apunta un reflector sobre la imagen que se está transmitiendo y sus efectos en la sensibilidad de personas –no solo afroperuanas o serranas sino de cualquiera que no tolere la discriminación y humillación– que rechazan ese tratamiento indigno, tal como otrora se rechazaron los abusos de Laura Bozzo con sus “invitados”. Dicho sea de paso, mostrar a la conductora en roba de baño y hacer mofa de su cuerpo me parece tan repudiable como lo que ella hacía: es una venganza inadmisible, denigrante para las mujeres y no solo para ella, que ha pasado desapercibida.
Pero la cosa no quedó ahí. Muchos televidentes protestaron contra la medida del 2, pues consideraban que el personaje era meramente cómico. Más aún, tres comediantes afroperuanos, Pepe Vásquez, Carlos Vílchez y Martín Farfán, negaron en una declaración pública que el Negro Mama fuera producto del imaginario racista. Vílchez agregó: “Gracias a Dios yo nunca he sufrido de racismo, nunca nadie me ha hecho un desplante”. El problema de racismo lo tenía, dijo, Carrillo (léase “acomplejada”).
Este es el quid del asunto: el racismo inconsciente y la autodiscriminación. Decir que nunca ha sido víctima de racismo es impensable para un peruano, sea cual fuere su pertenencia étnica o clase social. Todos lo padecemos. Desde una campesina quechuahablante analfabeta hasta PPK. Solo que PPK tiene infinitamente más recursos para hacer valer sus derechos y, por supuesto, mucho menos ocasiones de ser discriminado.
Así, es posible que Benavides o Álvarez carezcan de intenciones racistas, pero el racismo está ahí, reforzando una percepción que desvaloriza al otro y lo designa como depositario de nuestros más arraigados sentimientos de autodesvalorización. El bruto y el ladrón es el negro, la sucia y taimada es la paisana, en consecuencia yo soy mejor, valgo más, nadie me va a discriminar, como ingenuamente dice Vílchez. Puede que lo repongan al Negro y no saquen a la Paisana, pero ya no van a pasar piola.
P.D. El sábado 24 de abril se realizará un simposio sobre Alteridad y Psicoanálisis en la Sociedad Peruana de Psicoanálisis, donde participarán entre otros Mónica Carrillo, Max Hernández, Gonzalo Portocarrero, Juan Carlos Ubilluz, el suscrito y varios invitados extranjeros. Los interesados pueden llamar a la SPP: 4478568 – 4478571.
Por: Jorge Bruce
domingo, 18 de abril de 2010
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