César Cataño, el presunto narcotraficante que hasta junio pagó generoso sueldo a Lourdes Flores, ha cultivado también otras flores: gracias en parte a él y a Jaime Bayly, la candidata del PPC empieza a hundirse. Ha contribuido asimismo, y no sólo por carambola, al auge de Susana Villarán.
La encuesta del Instituto de Opinión Pública (IOP) de la Universidad Católica publicada ayer muestra que Villarán asciende de 12 a 27% en la intención de voto. Un salto de 15% en un mes, en las consultas de la misma encuestadora. En cambio, la candidata de la derecha desciende un punto en el mismo lapso.
Un aspecto notable de la candidata Villarán es su débil definición socialdemócrata y su carencia de proyecto nacional. Flores, en cambio, sí representa una ideología y una perspectiva general: personifica la opción católica de derecha, que acata el fundamentalismo neoliberal, hoy en descalabro en el mundo. Un ex admirador de Pinochet como Sebastián Piñera, presidente de Chile, propugna hoy un impuesto a las sobreganancias de las grandes mineras.
En un momento crucial de la política en América latina, Lourdes Flores es la carta de la reacción continental. Susana Villarán mantiene en ese campo un nivel enigmático.
Susana Villarán se sitúa en varios aspectos por encima de la contienda, para emplear la expresión que en Romain Rolland consagró en la última preguerra mundial: au dessus de la melée, que un traductor al tacto transcribió como “por encima de la melena” (¡!).
Esa indefinición es sin duda la causa de que, en la encuesta de IOP, tenga 26% de las preferencias en el nivel socioeconómico A y B, e igual porcentaje en el C (el más numeroso), en tanto que en los niveles de mayor pobreza, D y E, sólo alcanza 16%.
Sea como fuere, el hecho contundente es que con el movimiento de Susana Villarán ha surgido una fuerza política, no partidaria, que acarreará cambios en todo el panorama nacional.
Evidente es que la izquierda gana presencia con Susana Villarán. Puede ser el preludio de un fenómeno más amplio y ya previsible: el triunfo de la izquierda en la mayoría de las regiones (y la derrota abrumadora del APRA en todas).
En el estudiantado de la Universidad de San Marcos he percibido, sin consultar o incitar, una decantación interesante: ha pasado de la indeferencia olímpica a una opción creciente por Susana Villarán. No es un alineamiento fanático o sectario, es un deslizamiento en parte provocado por los ataques de la derecha contra la candidata.
La propia Lourdes Flores, mal asesorada desde el principio de la campaña, parece inclinada ahora al macartismo. El apoyo de Alan García tampoco la va a favorecer: en medida creciente, el país ve al presidente como jefe de corruptos y perdonador de asesinos. A mal palo se arrima, doctora Flores.
domingo, 19 de septiembre de 2010
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