.Por Humberto Campodónico
Hace poco, el Director General de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de México dijo: “Con el Terminal de Gas Natural Licuado (TGNL) de Manzanillo, se dotará a México de infraestructura de clase mundial para el suministro de gas, a la vez que se fortalece al sector energético nacional garantizando el suministro actual y futuro de gas para generar electricidad y para satisfacer necesidades industriales”. (CFE, Nota de Prensa, 18/1/2011.)
Está muy bien que México satisfaga sus necesidades energéticas e industriales para el largo plazo. El problema es que lo está haciendo con el gas peruano de Camisea. ¿Y por qué hay problema? Porque las reservas de Camisea no alcanzan para satisfacer, a la vez, nuestra demanda interna y la exportación a México de 500 millones de pies cúbicos diarios por 15 años (1).
La responsabilidad es de las autoridades peruanas que han permitido este despojo al amparo de la Constitución de 1993 y de la Ley 26221 (Ley de Hidrocarburos), que permite que el contratista sea el dueño absoluto del gas, una vez que éste sale a la superficie.
Dice también la CFE: “el precio del gas natural para la TGNL de Manzanillo es de los más bajos del mundo, ya que se logró un contrato de abastecimiento de largo plazo en términos sumamente favorables, al fijarse su cotización 9% por debajo del índice de referencia Henry Hub en Texas” (ídem).
Cierto, el contrato firmado por Repsol (que compra todo el GNL que se produce en Pampa Melchorita y lo comercializa por su cuenta) y la CFE establece que rige el 91% del precio Henry Hub, que está ahora a US$ 4,50/MMBTU, uno de los más bajos del mundo. Así, por ejemplo, tanto Chile, Argentina y Brasil, que también importan GNL, están pagando entre US$ 11 a 13/MMBTU.
Lo peor es que el precio en boca de pozo en Camisea solo llega a US$ 0,60/MMBTU (menos de los US$ 2,50 que pagan los industriales locales) porque al precio de México (91% del Henry Hub) hay que descontarle el costo de los buques Pampa Melchorita-Manzanillo, el costo de la licuefacción en Pampa Melchorita y el del gasoducto hasta Camisea.
México lo llama “Proyecto Integral Manzanillo”, pues tiene varios elementos: 1) el Terminal de GNL, que va a costar US$ 640 millones; 2) la repotenciación de las Centrales 1 y 2 de Manzanillo, que cambiarán diesel por gas y aumentarán las capacidad de generación de 300 a 700 MW por módulo, con una inversión de US$ 982 millones; 3) el gasoducto a Guadalajara, por US$ 348 millones, donde se construirán dos centrales eléctricas adicionales. Todo comienza a funcionar este año y en el 2012.
En síntesis, Repsol se lleva el gas a México y lo vende al peor precio del mercado (porque en EEUU el precio está por los suelos por el gas esquisto), pero eso no le preocupa porque gana su margen de comercialización. Los mexicanos están felices con su Proyecto Integral porque compran gas baratísimo para generar electricidad y satisfacer las necesidades de industriales y consumidores.
Para el Perú la cosa no puede ser peor: empresas privadas venden nuestras reservas a otras empresas privadas que luego las venden a otros gobiernos a precios “de regalo”. Un mal negocio por donde se le mire. ¿Y el gobierno? Bien gracias, primero bajo Toledo autorizando la exportación y, hoy, bajo García, diciendo que va a renegociar el contrato del Lote 88, a lo que se niega el Consorcio Camisea. Y nada.
Esta situación debe terminar. El gas del Lote 88 debe abastecer primero a los peruanos. Eso es lo que hace cualquier nación digna de ese nombre.
(1) En el Perú el consumo, 400 mmpcd, es menor a la cantidad que se va a exportar.
sábado, 14 de mayo de 2011
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