Las mujeres y el fujimorismo
La Noticia
Keiko y su Complejo de Electra o Martha Chávez y sus amenazas al Presidente del Poder Judicial, de ninguna manera representan a las mujeres peruanas.
La incursión de mujeres alternativas en la política, puede aportar en la humanización de esta campo; pero la presencia de mujeres como Keiko y su Complejo de Electra o Marta Chávez, que han interiorizado valores machistas y dictatoriales, pueden traer funestas consecuencias para el país ya que, atrapadas en la dinámica de reproducción del poder, han trastocado su inteligencia y sensibilidad de género en función de obedecer y defender al exdictador Alberto Fujimori. Es casi una certeza avizorar que harán todo lo posible por liberarlo, ya vimos cómo la Chávez sin aun tener el poder amenazó al Presidente del poder Judicial.
El caso de Keiko es más grave. Ella, cegada por un marcado Complejo de Electra, no se solidarizó con su madre Susana Iguchi cuando ésta fue maltratada y torturada por su padre Alberto Fujimori. Este simbólico hecho nos revela hasta qué punto está deformada su personalidad, porque las mujeres somos más compasivas frente al dolor de los otros y, más aún, por el de un madre.
Sobrepasar la condición humana de esos sentimientos primigenios. Optar por la defensa de su padre, seducida por el poder machista y su estatus de primera dama son temibles datos de su personalidad. Esto pone a la vuelta de la esquina la liberación de Fujimori si es que gana las elecciones, poniendo en riesgo la consolidación de la democracia y la institucionalidad en el país.
Marginación y liberación
Sería retroceder en la historia y colocar al Perú como una republiqueta atrapada por la cleptocracia del clan Fujimori. Resulta absurdo que esto no sea evaluado por las otrora fuerzas progresistas que lucharon contra la dictadura fujimontesinista. Arriesgar nuestro proyecto de país por la defensa de los grandes capitales, resulta absurdo, por decir lo menos.
Las mujeres históricamente somos una de las mayorías que padecemos marginación e injusticia en el mundo. Como diría Yoko Ono “la mujer es la negra de la historia”. Marginación desde la más decantada, hasta la más sutil. Y esta condición es producto del ejercicio del poder machista se ejerce desde el sillón presidencial hasta el lecho, como bien lo señala Umberto Eco.
Entonces, una mujer congruente debe ubicarse en el camino de la liberación, de la conquista de su propia autonomía e identidad. Liberarse y liberar a su sociedad de la injusticia.
Resulta absurdo que a Keiko la erijan como la candidata de las mujeres. Muchas mujeres progresistas, de avanzada no nos sentimos representadas en ella. Al contrario, ella como parte de la dictadura fujimontesinista es la negación de lo que simboliza una mujer: amor a la vida.
El asunto entonces no es sólo de forma, de una máscara y sonrisas; sino de encontrar el verdadero rostro de una identidad sustentada en la esencia filosófica de nuestra existencialidad como género. Lograr nuestra autonomía a través del conocimiento y la moral, lo cual se va a reflejar nuestro discurso y acción.
Por el cambio
Podemos ver casos de mujeres que obedecen a la lógica del poder en la emblemática figura de Margaret Tatcher o Golda Meier que mancharon sus manos de sangre con la represión contra los obreros ingleses o contra los palestinos, respectivamente; pero por suerte también existen mujeres que conscientes de su situación y por su sensibilidad e inteligencia; se han ubicado del lado de los débiles, de los pobres, alentadas por un ideal de justicia y equidad como Eva Perón, Michelle Bachelet o Cristina Kirchner.
Si las mujeres peruanas queremos realmente apostar por el cambio de nuestra sociedad asimétrica e injusta; se supone que nos debemos ubicar al lado de las otras mayorías marginales que sufren y padecen. Debemos estar lado de los pobres que representan casi el 50% de nuestra población (sabemos que las cifras oficiales están manipuladas de acuerdo a la denuncia del ex Director del INEI, Farit Matuk).
Debemos estar contra la inequidad de la distribución de la riqueza en el país y el mundo, estar contra el neoliberalismo descarnado y su ideología que endiosa el dinero y el éxito contra otros valores más humanizantes como el amor, el conocimiento, la solidaridad, la moral.
Una mujer, en buena cuenta, debe apostar por la vida y su discurso debe estar en concordancia con sus ideales y sensibilidad. Debe rescatar la afectividad, la sinceridad, la honestidad contra el crimen, el robo y la corrupción que encarna la señora Fujimori.
Aurora Bravo
Colaboradora
sábado, 14 de mayo de 2011
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