Por: Mariana Mould De Pease*
Clorinda Matto de Turner (¿1852?-1909), cusqueña, casada con el médico inglés José Turner (1871). Según su propio testimonio —en su libro póstumo “Viaje de recreo” (1909)— enviuda a los diez años de matrimonio. Mientras llega el estudio exhaustivo sobre su vida y obra, me atrevo a decir que la soledad la lleva a incursionar en aspectos inéditos para las publicaciones peruanas de su tiempo.
“Magdala” o el escándaloEn 1890, siendo directora de la revista literaria “El Perú Ilustrado” aparece en esas páginas (aparentemente sin su autorización) el cuento “Magdala”, del escritor brasileño Henrique Maximiliano Coelho Netto, en el que se fantaseaba —al igual que en la novela “El código da Vinci“ de Dan Brown (2003)— con la supuesta relación entre Jesucristo y María Magdalena.
Se desata el escándalo. En una asociación de ideas aún no suficientemente esclarecida, por quienes estudian la literatura peruana y el contexto decimonónico capitalino, el arzobispo de Lima incluyó su novela “Aves sin nido“ (1889) en la lista de libros prohibidos por la Iglesia Católica. Clorinda renuncia a su cargo en la revista literaria, la más importante de la Lima de entonces.
Mujer de fe“Viaje de recreo“ es un hermoso libro impreso en Valencia, España, que puede considerarse autobiográfico. Clorinda cuenta su partida, en barco, de Buenos Aires hacia Europa con una primera parada en Río de Janeiro para visitar a Coelho Netto, quien alude a los sufrimientos que debió causarle la excomunión en su patria. Dando por terminada esta visita protocolar, ella le responde:
“Allá hay hombres de mucha ilustración y de criterio sano; fue una campaña de frailes que por mercantilismo visten el hábito, como un tendero toma su guardapolvo para despachar detrás del mostrador, y eso ya pasó; hoy, en mi patria, se juzga con criterio muy diferente, y yo misma recibo los acontecimientos con un temperamento distinto; después de esta visita a usted, he de visitar al papa; en religión pasa lo mismo que en la política; hay patriotas y patrioteros; yo respeto solo al verdadero creyente, cualquiera que sea su filiación o credo. (1909: 12)”.
Ante el papa Pío XClorinda cruza el Atlántico, desembarca en Barcelona y luego de una primera visita a España va a Italia. Una vez instalada en Roma pasea el Vaticano y reflexiona:
“...Hemos pasado cuatro días desde nueve a seis en la basílica [de San Pedro], y aún no podemos decir que examinamos todo lo notable. ¡Cosa singular! A la entrada sorprenden cuadros de asuntos profanos, Ganímedes elevado por el águila; Leda sobre el cisne; Europa sobre el Tauro, etc. En América tendríamos motivo para una excomunión mayor sí en una iglesia pusiéramos cosas semejantes. (1909: 180)”.
Cuando está ante Pío X se pregunta: “¿Qué significan estas emociones que me conmueven, curiosidad solamente, ansiedad, duda, fe, confianza, regocijo? No lo sé”, se responde a sí misma. Clorinda —me parece— cree en la vida después de la vida según las enseñanzas católicas recibidas en su Cusco decimonónico, así dice:
“Mis primeros pasos en Roma han producido en mí dos corrientes de sentimientos y de ideas [...] He encontrado fusionada y manifestada en obras gigantescas la fuerza del hombre y el temor del hombre; pero saco triunfante una verdad. Dios es verdad, no importa el limitar las manifestaciones, pretender una sola doctrina en este sentido de manifestaciones, equivale a pretender un solo idioma. Dios sabe todos los idiomas, ve todos los corazones y recibe la manifestación según la sinceridad; por eso respeto al verdadero. Esta voz de protesta por la destrucción de la obra pagana para levantar sobre sus ruinas la obra cristiana“ (1909: 166). Clorinda Matto de Turner muere en Buenos Aires el 25 de octubre de 1909, dejándonos sabias experiencias del viajar y su noción del recreo que trascienden estos tiempo de turismo rápido y entretenimientos intensos.
Clorinda Matto de Turner (¿1852?-1909), cusqueña, casada con el médico inglés José Turner (1871). Según su propio testimonio —en su libro póstumo “Viaje de recreo” (1909)— enviuda a los diez años de matrimonio. Mientras llega el estudio exhaustivo sobre su vida y obra, me atrevo a decir que la soledad la lleva a incursionar en aspectos inéditos para las publicaciones peruanas de su tiempo.
“Magdala” o el escándaloEn 1890, siendo directora de la revista literaria “El Perú Ilustrado” aparece en esas páginas (aparentemente sin su autorización) el cuento “Magdala”, del escritor brasileño Henrique Maximiliano Coelho Netto, en el que se fantaseaba —al igual que en la novela “El código da Vinci“ de Dan Brown (2003)— con la supuesta relación entre Jesucristo y María Magdalena.
Se desata el escándalo. En una asociación de ideas aún no suficientemente esclarecida, por quienes estudian la literatura peruana y el contexto decimonónico capitalino, el arzobispo de Lima incluyó su novela “Aves sin nido“ (1889) en la lista de libros prohibidos por la Iglesia Católica. Clorinda renuncia a su cargo en la revista literaria, la más importante de la Lima de entonces.
Mujer de fe“Viaje de recreo“ es un hermoso libro impreso en Valencia, España, que puede considerarse autobiográfico. Clorinda cuenta su partida, en barco, de Buenos Aires hacia Europa con una primera parada en Río de Janeiro para visitar a Coelho Netto, quien alude a los sufrimientos que debió causarle la excomunión en su patria. Dando por terminada esta visita protocolar, ella le responde:
“Allá hay hombres de mucha ilustración y de criterio sano; fue una campaña de frailes que por mercantilismo visten el hábito, como un tendero toma su guardapolvo para despachar detrás del mostrador, y eso ya pasó; hoy, en mi patria, se juzga con criterio muy diferente, y yo misma recibo los acontecimientos con un temperamento distinto; después de esta visita a usted, he de visitar al papa; en religión pasa lo mismo que en la política; hay patriotas y patrioteros; yo respeto solo al verdadero creyente, cualquiera que sea su filiación o credo. (1909: 12)”.
Ante el papa Pío XClorinda cruza el Atlántico, desembarca en Barcelona y luego de una primera visita a España va a Italia. Una vez instalada en Roma pasea el Vaticano y reflexiona:
“...Hemos pasado cuatro días desde nueve a seis en la basílica [de San Pedro], y aún no podemos decir que examinamos todo lo notable. ¡Cosa singular! A la entrada sorprenden cuadros de asuntos profanos, Ganímedes elevado por el águila; Leda sobre el cisne; Europa sobre el Tauro, etc. En América tendríamos motivo para una excomunión mayor sí en una iglesia pusiéramos cosas semejantes. (1909: 180)”.
Cuando está ante Pío X se pregunta: “¿Qué significan estas emociones que me conmueven, curiosidad solamente, ansiedad, duda, fe, confianza, regocijo? No lo sé”, se responde a sí misma. Clorinda —me parece— cree en la vida después de la vida según las enseñanzas católicas recibidas en su Cusco decimonónico, así dice:
“Mis primeros pasos en Roma han producido en mí dos corrientes de sentimientos y de ideas [...] He encontrado fusionada y manifestada en obras gigantescas la fuerza del hombre y el temor del hombre; pero saco triunfante una verdad. Dios es verdad, no importa el limitar las manifestaciones, pretender una sola doctrina en este sentido de manifestaciones, equivale a pretender un solo idioma. Dios sabe todos los idiomas, ve todos los corazones y recibe la manifestación según la sinceridad; por eso respeto al verdadero. Esta voz de protesta por la destrucción de la obra pagana para levantar sobre sus ruinas la obra cristiana“ (1909: 166). Clorinda Matto de Turner muere en Buenos Aires el 25 de octubre de 1909, dejándonos sabias experiencias del viajar y su noción del recreo que trascienden estos tiempo de turismo rápido y entretenimientos intensos.
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