domingo, 4 de octubre de 2009

El humano dolor de Vallejo


La autoría de este texto corresponde a Antonio Melis, catedrático de la Universidad de Siena, Italia. Se refiere a la novela: Vallejo en los infiernos, de Eduardo González Viaña. La inquietud creadora permanente es el rasgo más notable de la narrativa de Eduardo González Viaña. Después del éxito extraordinario de su novela El corrido de Dante, una epopeya picaresca de los migrantes mexicanos clandestinos en Estados Unidos, no se ha dormido en sus laureles, sino que se ha lanzado en otra aventura muy diferente. Ha aceptado el reto de contar la vida de Vallejo, a partir de su “momento más grave”, el de la cárcel injusta sufrida en sus años juveniles. Ha realizado su empresa narrativa a partir de una profunda identificación con el poeta y su obra. Toda la novela, en efecto, se desarrolla a través de un sabio y refinado contrapunto con los textos poéticos de Vallejo. Los infiernos que aparecen en el título aluden al lugar más sórdido de la prisión de Trujillo, pero también a la experiencia abismal que toda poesía auténtica supone. Alrededor de este núcleo central, se evocan los momentos más significativos de la vida del poeta, antes del viaje definitivo a Europa. La religión del hogar es uno de los alimentos fundamentales de sus primeros poemarios. En la novela este repertorio se manifiesta intensamente en la memoria de la madre y de la “numerosa familia que dejamos”. Las referencias al período escolar iluminan el cuento desgarrador de Paco Yunque. Las comprobaciones precoces de la injusticia humana encuentran confirmaciones abrumadoras en sus primeros contactos con el mundo de los trabajadores, especialmente los mineros. La formación religiosa del poeta se desarrolla entre mensajes contradictorios. Por un lado choca contra una visión formalista y dogmática, fundada en la obsesión del pecado. Por el otro elabora una lectura revolucionaria del Evangelio, que lo empuja a la identificación total con los pobres de la tierra. Cuando González Viaña relata la violencia ciega que se desata contra el pueblo, advertimos en sus páginas apasionadas algo que va más allá de la época de Vallejo. En el trasfondo, se percibe claramente la referencia a la guerra sucia que ha ensangrentado el Perú en años recientes. No faltan las referencias al contexto internacional, desde la primera guerra mundial hasta la revolución mexicana y la revolución de octubre. Las historias de amor del poeta juegan un papel fundamental. González Viaña nos ofrece retratos inolvidables de las mujeres que han marcado los años peruanos de Vallejo. Una vez más utiliza con gran acierto las referencias a los poemas de Los Heraldos Negros y de Trilce. Las enamoradas de su juventud son al mismo tiempo personajes reales de una narración y sublimación lírica. Al lado de los amores, aparecen las grandes amistades. El narrador nos proporciona un cuadro muy eficaz de la “Bohemia trujillana”, ese círculo de escritores y artistas que afirma el protagonismo de la provincia peruana. La figura de Antenor Orrego, el primero que intuyó la grandeza de Vallejo, sobresale por sus calidades intelectuales y humanas. La utilización cuidadosa de los documentos es particularmente evidente en lo que se refiere a la pesadilla carcelaria vivida por el poeta. La trágica noche de Santiago de Chuco se reconstruye en todos sus detalles. Pero el tiempo lineal de la narración se altera continuamente, para dejar el paso a violentas inversiones. La deshora vallejiana impone su ritmo marcado por bruscos anacronismos. En estas páginas se manifiesta una compenetración admirable con los estratos más profundos de su poesía. Toda la novela, en sus distintos registros estilísticos, se halla iluminada por la prosa diáfana de González Viaña. El reto de transmitir la vida de uno de los mayores poetas del siglo XX se transforma en un triunfo literario, donde los recursos admirables del oficio están al servicio de un gesto profundo de amor. Vallejo en los infiernos. Fondo Editorial del Congreso del Perú, 2009.

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