Por Jorge Bruce
La semana escribí en esta columna –“El Poder de los Sueños”–un análisis de un anuncio publicitario referido al modelo 2011 de la camioneta 4x4 Pilot, marca Honda. En esa nota criticaba una concepción de la sociedad y el poder en el Perú, donde los policías eran representados como sirvientes de quienes poseían un vehículo de esas características: “Un policía detrás de una camioneta: te está deteniendo. Detrás de una Pilot Touring: te está escoltando”.
Esta semana recibí una llamada de la agencia publicitaria responsable del anuncio. Inicialmente supuse que el telefonazo era para polemizar al respecto. Nada de eso. El ejecutivo de Causa y Efecto me comunicó que la firma Honda, tras lectura del artículo, había decidido retirar la pieza publicitaria. La pronta reacción me satisfizo, por supuesto. Como en el precedente del desastroso spot televisivo de El Comercio, que ofendía a la población afroperuana al presentar a una madre y su hijo como caníbales, la protesta ocasionó un retiro inmediato del malhadado comercial. Signo de que en ese terreno algunas cosas están cambiando, para bien (a diferencia de la tozudez con el personaje del Negro Mama o la Paisana Jacinta).
Acaso lo más interesante fue la explicación que me proporcionaron en el caso de Honda.
Primero me aseguraron que no había sido su intención denigrar a la policía ni dar una imagen estamental de la sociedad, en donde los poderosos están por encima de la ley. Le respondí que les creía, que el problema no era su intención sino aquello que, sin que lo advirtieran, el mensaje comunicaba, expresando el imaginario de la clase dominante.
Luego mi interlocutor me recordó que Honda no solo vende vehículos costosos, sino que tiene una vasta clientela de mototaxistas, usuarios de grupos electrógenos, conductores de peque-peques en la amazonía e incluso motos de la policía. Al leer la nota y reflexionar, se habían dado cuenta de que podían estar agrediendo y discriminando a esa población de consumidores de la marca.
En la práctica psicoanalítica a menudo ocurre que una interpretación genera asociaciones inesperadas en el paciente, que trascienden largamente la mirada del analista, enriqueciendo el proceso y a sus participantes. El que sabe lo que le atañe íntimamente es, en última instancia, el paciente. Aunque no sepa que lo sepa.
Se puede establecer una analogía con lo ocurrido. Yo no había pensado en esas repercusiones de mi interpretación del anuncio, pues mi enfoque se dirigía a lo que el mensaje mostraba más allá de las intenciones conscientes, en relación con la construcción –y las resistencias a ese cambio social– de una sociedad más inclusiva y democrática.
En cambio, el cliente de la agencia es el que sabe –no siempre de manera consciente, como vemos– lo que le afecta o conviene. La oportuna respuesta de Honda evidencia que esto no tiene por qué estar reñido con legítimos intereses comerciales. Por el contrario, este episodio demuestra con claridad que la ética y la responsabilidad social deben regir el funcionamiento del mercado, nunca a la inversa. Asimismo, que el diálogo y la rectificación son herramientas indispensables en democracia.
domingo, 20 de junio de 2010
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