Por: Wilfredo Sandoval
En el año 1991 el Ministerio de Agricultura ordenó construir un dique en un sector que, se pensaba, formaba parte de la margen derecha del río La Leche, en Lambayeque. Después se descubriría que esa área formaba parte de la plataforma funeraria de la huaca Las Ventanas. Y es en dicho lugar donde ahora los arqueólogos del Museo Sicán han hecho uno de los más sorprendentes hallazgos de la élite sicán.
Cuando comenzaron las labores de rescate de los restos, la expectativa de los científicos era encontrar elementos destruidos y casi referenciales. Primero se registraron decenas de restos de cerámica, osamentas, objetos de cobre y oro sin ningún tipo de contexto, ya que los cargadores frontales habían arrasado con todo e, incluso, habían convertido la plataforma en cantera para detener el impacto de las aguas.
Mientras registraban los perfiles de la zona, un objeto de cerámica algo anaranjado, ubicado a 20 centímetros de profundidad, llamó la atención del arqueólogo José Pinilla: la pieza estaba intacta. Lo que más sorprendió fue que el ceramio tenía cuatro rostros en alto relieve, en los que se representa al dios moche Ai Apaec, una divinidad antropomorfa pero también con rasgos felinos y poderosos colmillos.
Según Pinilla, estamos ante un hecho nunca antes registrado en contexto funerario alguno en Lambayeque. Se trataría de una de las ofrendas hechas en la tumba de un señor de la época. La tristeza se fue apoderando poco a poco de los estudiosos pues, a medida que avanzaban, se daban cuenta de que los contextos funerarios habían sido destruidos por las máquinas.
LA GRAN SORPRESA
Unos 25 metros al sur de la pirámide, nuevos indicios inquietaron a los obreros que trabajan bajo la supervisión del arqueólogo Carlos del Carpio Sedano. Primero encontraron restos óseos diseminados y, unos metros más abajo, dos cuchillos ceremoniales de cobre acompañados de crisoles [pequeños ceramios], que también formaban parte de un contexto funerario deteriorado.
A mediados de marzo último, la aparición de un tocado [adorno utilizado sobre la cabeza] de cobre dorado fue la pista esperada para dar con un fardo que contenía los restos de un personaje de la élite que habría reinado un siglo antes del Señor de Sicán y que fue ubicado a 1.500 metros al oeste de la tumba del más conocido gobernante sicán. El nuevo personaje, de unos 1.200 años de antigüedad, fue enterrado en posición de flor de loto [sentado, con las piernas semicruzadas].
A partir de este momento, cada minuto multiplicaba la emoción del arqueólogo Del Carpio Sedano, quien por primera vez en su vida veía emerger de las entrañas de la tierra una máscara de ojos alados, un cuchillo ceremonial y un vaso de metal aún no definido, debido a que está cubierto por un trozo de tela de algodón nativo.
Entre las joyas halladas destaca también un pectoral de chaquiras elaborado con concha spondylus y turquesas, además de unos siete finos ceramios. En medio de todos los objetos brillaba con todo su esplendor un artefacto que sería una especie de depilador elaborado en oro, que representaría un ave que aparece en la iconografía Sicán o Lambayeque.
Aunque por el momento no se puede determinar con exactitud lo que hay debajo del personaje, los arqueólogos sostienen que todos los objetos y ofrendas fueron cubiertos por un gran vestido o uncu articulado con brazos artificiales, que forman parte del fardo, así como con plumas artificiales de cobre dorado y guantes, cuyo estado de conservación es bueno, pese a las amenazas de la humedad y el riesgo de ser arrasado por las turbulentas aguas del “río loco”.
Los arqueólogos Carlos Elera, José Pinilla y Carlos del Carpio califican como un milagro el hecho de que el contexto funerario de este personaje de la élite sicán no haya sido borrado definitivamente del mapa por las palas mecánicas de los cargadores frontales ni tampoco por la fuerza erosiva del río.
Conocida la importancia del descubrimiento, el director del Museo Nacional de Sicán en Ferreñafe, Carlos Elera Arévalo, ha hecho un pedido al Gobierno Central para que declare en emergencia la zona del hallazgo. Esto permitiría realizar trabajos de emergencia con el fin de proteger la huaca Las Ventanas ante una inminente crecida del río La Leche.
De acuerdo con el análisis de los arqueólogos, además, decenas de tumbas y otros vestigios culturales habrían pasado a formar parte del lecho del río a lo largo de varios kilómetros, pero también se ha detectado la presencia de contextos funerarios intactos —verdaderas joyas culturales— a unos cuatro o cinco metros de profundidad, por debajo del actual cauce del río La Leche.
CLAVES
El director de la Unidad Ejecutora Naylamp 111, Celso Sialer Távara, reconoció que los trabajos de protección de la huaca Las Ventanas no han sido efectivos, pese a que se han colocado más de 30.000 sacos de arena como parte de un muro de contención.
La última vez que se descubrió una máscara de ojos alados en la huaca Las Ventanas fue en el 2006. Formaba parte del contexto funerario de una anciana tejedora de Sicán.
En el núcleo cultural del Santuario Histórico Bosque de Pomac hubo una ocupación humana que duró centurias.
Entre los años 1991 y 1992, en el complejo arqueológico de Sicán se descubrió la llamada Tumba Este.
En la mencionada cámara, ubicada a 11 metros de profundidad, se desenterraron 1.250 kilos de piezas de oro y plata, ornamentos del personaje principal.
domingo, 18 de julio de 2010
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