domingo, 8 de agosto de 2010

Cuando el Perú iba a ser un reino

La Compañía de Jesús llegó al Perú en 1569 durante el gobierno del virrey Francisco de Toledo. Fundada por San Ignacio de Loyola en 1534, en Francia, era una orden joven, preocupada por la evangelización y, sobre todo, por la educación de los habitantes del Nuevo Mundo. Sus misioneros se internaron por los caminos andinos y por los ríos amazónicos, edificaron templos y conventos e instalaron notables misiones. Sobresalen, por ejemplo, las de Juli —a orillas del lago Titicaca— y las célebres misiones del Paraguay.

Una temprana autonomía
A lo largo de tres libros, el escritor e historiador Luis Enrique Tord —“Sol de soles” (1998), “El palacio del almirante” (2007) y “La montaña roja” (2009)— plantea literariamente que los jesuitas tenían un proyecto de largo alcance, según el cual el Perú debía prepararse para ser una monarquía cristiana autónoma, aunque integrada al imperio español, gobernado por los Austria (Habsburgo).

Nueva dinastía
Según explica Tord, para concretar esta tarea, los jesuitas buscaban crear una dinastía indoeuropea en el Perú: se prepara así en 1572 el matrimonio entre la princesa inca Beatriz Clara Coya y el capitán Martín García de Loyola, sobrino nieto de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús.

Más aun, con el tiempo, la hija de este matrimonio, Ana María Lorenza García Coya Sayri Túpac de Loyola, primera marquesa de Santiago de Oropesa, se casaría en 1611 con Juan Enríquez de Borja y Almansa, marqués de Alcañices, y nieto de San Francisco de Borja, tercer general de la Compañía de Jesús.

Estas bodas, descritas en grandes cuadros en la Iglesia de la Compañía en el Cusco, en el Museo de Osma y en otros lugares del Perú, forjan la dinastía Loyola-Borja-Inca, que en el proyecto jesuita habría sido la familia reinante de la monarquía cristiana del Perú.

¿Quién era Beatriz Clara Coya?
La princesa Beatriz Clara Coya era heredera de la mascaipacha (corona imperial incaica), pues era hija de Sayri Túpac y Cusi Huarcay y sobrina de Túpac Amaru I, soberanos del estado de Vilcabamba, que se mantuvo rebelde a los españoles hasta 1572. La historia dice que Túpac Amaru I fue capturado por Martín García de Loyola y ejecutado en la Plaza Mayor del Cusco, en setiembre de ese año.

Educando a los caciques
Otro hecho que abona la tesis que plantea Luis Enrique Tord es la perseverancia de los jesuitas en la educación de los hijos de los caciques, es decir de los descendientes de la nobleza incaica. Los integrantes de la compañía fueron los que dirigieron el Colegio del Príncipe de Lima y el de San Borja del Cusco, donde se instruían a los hijos de los caciques. Uno de ellos fue José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II, descendiente de los incas de Vilcabamba, quien se rebeló contra el imperio español, y fue ejecutado en 1781.

La expulsión
Curiosamente, siete años después de aquel hecho los jesuitas son expulsados del imperio español por Real Pragmática de Carlos III debido a su excesiva independencia de la corona. A todo esto resultan sugerentes las especulaciones literarias de Tord, ¿la expulsión no habría sido un castigo por sus intentos de instaurar una monarquía cristiana en el Perú?

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