domingo, 8 de agosto de 2010

Una (nueva)  revolución francesa

Luis Loayza me envía desde París la entrevista que L’Express le hizo a Monique Canto-Sperber, filósofa que dirige hoy la Escuela Normal Superior (ENS), uno de los grandes institutos de Francia. Vale la pena comentarla para descubrir cuánto podemos avanzar en el campo de los estudios superiores y, sobre todo, en nuestra idea de lo que podemos hacer en universidades, escuelas, institutos. Se ha logrado unir los esfuerzos, en la ENS, y el trabajo académico de El Colegio de Francia, la Escuela Nacional de Química, la Escuela Superior de Física y de Química Industrial, y el del Observatorio de París. Se ha constituido así Paris sciences et lettres. Quartier Latin.

El agrupamiento de estos cinco establecimientos tiene, por lo pronto, una base jurídica para promover un proyecto “donde nuestros valores, formación para la investigación, práctica justificada de la selección y la innovación sean defendidas”. Para tener una idea de lo que tales instituciones representan en la vida académica francesa, basta tener presente que los más importantes condecorados con el Nobel, y todos los que han recibido la medalla Fields en Matemáticas, y muchos que obtuvieron sendos premios internacionales han surgido de algunos de estos institutos. Muchos presidentes franceses egresaron de la Normal Superior.

¿Qué es lo que reúne a estos científicos? Deben cumplir sus exigencias. En primer término, solidez en los conocimientos y en los métodos. En seguida, incitación para crear e innovar. ¿Hay doctorados? Por cierto. Pero el doctorado implica abordar un tema que nadie ha intentado “demostrar su verdad, y probar que con ello se enriquece el estado de la disciplina”. Hay, así, gran apertura para todo lo que sea creación e innovación, y bloque cerrado para todo lo que implique repetición, copia.
   Claro se está que toda esta reforma obliga a preguntarse qué se debe buscar hoy formar en los institutos superiores. ¿Qué tipo de espíritu queremos formar? La directora de la ENS piensa en lo que ocurre en las universidades norteamericanas. “Los estudiantes de pregrado no son muy sabios que digamos. Pero han aprendido a ser inventivos; plantean cuestiones profundas, argumentan, contestan”. Se diría que la información ofrecida por el bachillerato francés es muy atolondrada y la ofrecida en la universidad es insuficiente.

Contra eso reacciona la ENS, y en la reacción la acompañan ahora esas instituciones que han organizado Paris, sciences et lettres. El solo nombre anuncia el nuevo ánimo. Para quienes hemos sido formados en el siglo XX, con esa tajante división entre el mundo de las ciencias y el de las letras, sometidos a la obediencia de las grandes definiciones, esto resulta realmente revolucionario. Y es que el progreso alcanzado en el siglo XX ha mostrado precisamente cómo esa absurda división había impedido progresar en la medida en que hemos realmente progresado.

¿Cuál es la raíz de esta revolución que encabeza la ENS? “Buscamos por todos los medios exigencia en los conocimientos, calidad en la formación general e incitación a la investigación. Exigencia y libertad: esa es nuestra divisa, pues si el espíritu no es libre, no inventa nada”. Para estas instituciones francesas, esto implica, ciertamente, una reforma del sistema pedagógico hasta ahora inoperante. Es por eso por lo que en Paris, sciences et lettres se piensa en un primer ciclo pluridisciplinario. Quienes lo absuelven podrán preparar el diploma respectivo de su Escuela.

   Por cierto, los nuevos planteamientos llevan a proponer una clara reforma de los estudios primarios y secundarios. Vale la pena escuchar lo que dicen quienes han arriesgado esta reforma de los estudios superiores en Francia. Por lo pronto, la reforma debe asegurar el carácter progresivo y prescriptivo de los aprendizajes. Bueno es reflexionar sobre esta afirmación: “La escuela es un lugar donde se aprende lo que no se sabe; no un lugar donde se expresa lo que se cree saber”. El secreto está en entrenar al espíritu a que manifieste su poder examinador y creador. Si el espíritu no es libre, no podrá innovar. Si no hay innovación no hay progreso. Y si no hay progreso garantizado por la escuela, ¿de qué vale estudiar?



.Por Luis Jaime Cisneros

No hay comentarios:

Publicar un comentario