Por: Camilo Torres
Domingo 1 de Agosto del 2010
Hoy domingo en la Feria Internacional del Libro se presenta un volumen con imágenes y voces del pasado rescatadas por el fotógrafo profesional e historiador autodidacta Renzo Babilonia Fernández Baca. Fotos, grabados, carboncillos, cartas y otros documentos forman “Recuerdos de una guerra. Fotografías, ilustraciones y correspondencia personal en torno a la Guerra del Pacífico”, obra dividida en dos partes: una dedicada a las representaciones públicas y otra a los testimonios privados. “No es un libro antichileno”, declara Renzo. “En las imágenes que aquí ofrecemos, publicadas en los años siguientes a la guerra, podemos apreciar distintas visiones de un mismo hecho, como la respuesta de Bolognesi, la muerte de Alfonso Ugarte y el fusilamiento de Leoncio Prado”.
Desde lo cotidianoLas ilustraciones reproducidas en la primera parte del libro aparecieron originalmente entre 1894 y 1930, es decir, durante el período en el que se formó el recuerdo que el Perú tiene de la guerra, la derrota y la reconstrucción de la nación. Historiadores y científicos sociales, estudiosos de la comunicación y el público en general agradecerán esta recopilación de imágenes y textos en la que apreciamos cómo se definió la memoria que hoy tenemos de un período tan importante de nuestra historia.
La segunda parte del libro propone un recuento del mismo acontecimiento pero desde un ángulo completamente distinto: a través de los testimonios de la intimidad de sus protagonistas. Resulta fascinante, por ejemplo, leer correspondencia privada que solo hoy sale a luz y que pone de manifiesto la dimensión humana de los hombres que son símbolos nacionales y a quienes por lo general solo vemos en el marco del discurso oficial.
Las cartas de GrauEntre este rico material destacan doce cartas que Miguel Grau le envió a su cercano amigo el capitán Ezequiel Otoya y que la familia Wiese Otoya cuidó a lo largo de cinco generaciones. En ellas apreciamos rasgos de la persona que las versiones tradicionales no alcanzan a transmitir: su amor por su familia, la amistad forjada en el calor de la batalla, la cortesía y el cariño que se muestran en detalles domésticos, como el envío de dos barriletes de aceitunas o la noticia de que su esposa, Dolores, “desembarazó sin novedad, antes de ayer a las tres de la tarde, dando a luz otro varoncito”. También leemos de puño y letra del almirante sus discrepancias con la forma en que se conduce la guerra y sus diferencias con colegas como el capitán de La Unión, Aurelio García y García, y lo escuchamos deplorar la tarea de intrigantes y envidiosos.
La última cartaSin duda el documento más dramático es la última carta de Grau, con fecha del 28 de setiembre de 1879. En ella le confía a Otoya su desaprobación de la estrategia peruana: “Todavía ignoramos cuál será el nuevo plan de campaña que adopte Chile con toda su escuadra ya reparada. Hasta que no se conozca algo de esto, no me parece prudente iniciar con este buque una nueva excursión”. Esta lucidez premonitoria, propia de una tragedia griega, no impidió que el Caballero de los Mares marchara hacia el sur, hacia Angamos y la apoteosis. “Grau es el único héroe a quien admiramos más después de leer sus cartas privadas”, afirma Renzo Babilonia. El destinatario de esta carta es el capitán Ezequiel Otoya, “un héroe olvidado”, en opinión del investigador.
El amigo valienteAmigo íntimo de Grau y, al inicio de la guerra, segundo al mando del Huáscar, Otoya fue designado a otro puesto de servicio y entre sus documentos se encuentra una carta que Melitón Carvajal le envió luego de la jornada del 8 de octubre. En otra carta, notable por su dramatismo, el capitán Otoya le cuenta a su esposa Rosa una incursión en la que el monitor derrota a la nave chilena Matías Cousiño y se enfrenta a una corbeta enemiga con la que se bate “tanto a cañón como a tiros de rifle”. “Ya te puedes figurar”, le escribe Otoya a su esposa, “la empresa tan atrevida de nuestra expedición”. Más tarde a este marino se le encargó una misión muy singular: en 1879 supervisó en Paita las pruebas de un arma secreta llamada “Toro Submarino”, prototipo de un sumergible diseñado por el ingeniero danés Federico Blume y que pudo haber cambiado el curso de la historia. El capitán Ezequiel Otoya murió en 1882 durante la ocupación de Lima.
El autor y sus obrasRenzo Babilonia es fotógrafo de profesión, pero su interés en la historia de las imágenes y su uso como instrumentos para diseñar una identidad nacional lo han llevado a la investigación de archivos, manuscritos, hipótesis y testimonios. “La guerra de nuestra memoria. Crónica ilustrada de la Guerra del Pacífico (1879-1884)”, su primer libro.
Junto con los héroes reconocidos y los olvidados por la historia, Babilonia quiere rendir homenaje a otros personajes importantes en la preservación de nuestra memoria: aquellos que han cuidado el patrimonio histórico y hoy permiten su divulgación, como las familias Vizcardo Wiese y Wiese Otoya, propietarias de los manuscritos, y la señora Rochi Lasarte y el señor Rubén Mansilla.
domingo, 1 de agosto de 2010
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