“Este trabajo es un documento denuncia sobre la estafa organizada en la última etapa del gobierno de Fujimori y completada durante los dos gobiernos siguientes, en relación a la concesión del aeropuerto… Jorge Chávez… Un fraude que puede llegar a lindar con lo criminal si se confirma, en uno o dos años, el grave estado de deterioro en que se encuentra la pista y que podría ocasionar un accidente durante las operaciones de vuelo, con impredecibles consecuencias. Pretextando la falta de dinero para construir una nueva pista y permitir la reparación de la principal, se entregó el primer terminal aéreo del país a la administración de un consorcio extranjero. Pero antes de hacerlo se varió las bases del concurso y se trasladó al Estado la carga del gasto, precisamente cuando se decía que no tenía dinero. Más aún, el ganador de la licitación, sin competencia, se disfrazó de prestigio internacional, pero actuó como una empresita informal y tramposa, con amigos en el gobierno, para lograr lo que se proponía. Este libro también trata del proceso vivido desde que se inició la concesión, de los abusos sufridos por mucha gente, del arrasamiento a los empresarios nacionales que tenían derechos de exhibición y venta dentro del aeropuerto, de cómo las artesanías peruanos son ahora fabricadas en China, y como Burger King simboliza la comida peruana. Y de la impunidad, a prueba de balas, con la que funciona el agente de la privatización, por los lazos que lo unen a ministros como Kuczynski, Silva Ruete y otras autoridades. Este libro es finalmente un alegato para detener las privatizaciones de los aeropuertos regionales que se preparan para muy pronto... Y, a su vez, una formulación de alternativas para salir del serio enredo creado por la concesión mafiosa del aeropuerto Jorge Chávez que hasta ahora nadie se atreve a corregir.”
Lo que he transcrito es una parte de la introducción de mi libro del año 2005 que hoy es materia de una insólita resolución del Tribunal Constitucional que pretende que un trabajo de investigación sobre un contrato del Estado con un grupo privado para administración de un servicio público de la magnitud de nuestro primer aeropuerto, puede constituir un faltamiento a la “buena reputación”, la “imagen” y hasta al “honor” de la empresa beneficiaria.
Léase bien: no es que el tribunal esté diciendo que yo he usado mi libro para dañar a LAP, porque eso es precisamente lo que debe discutirse en los proceso regulares sobre delitos de prensa, sino que la sola existencia del libro podría estar afectando a los quisquillosos dueños y gerentes de la empresa del aeropuerto.
LAP pidió que lo “amparen” retirando mi libro de circulación y prohibiéndome tratar el tema (a más de requerir que escriba otro libro contradiciéndome) y los jueces le contestaron que eso no procede y se vaya a otra parte. Pero el tribunal que debería saber más que los magistrados de los fueros comunes, ha dicho que sí se puede amparar el honor de una empresa frente a un investigador impertinente. Con lo que se han ganado un monumento propio, como enemigos de la libertad de expresión.
domingo, 3 de enero de 2010
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