A medida que Barack Obama va entrando en su segundo año de mandato presidencial, sus problemas van creciendo, el ‘change’ se va relativizando y, sobre todo, el terror planea como una espada de Damocles sobre sus, al parecer sinceros, afanes de distensión mundial. Al Qaeda no le da tregua, como si quisiera arruinar su verbo y su acción.
Ahora las papas están quemando en Yemen, un país pobre, pero con reservas naturales de gas y petróleo, donde una facción de las huestes presuntamente lideradas por Osama bin Laden se ha instalado, amenazante. El resultado, hasta ahora: el cierre de las embajadas de EEUU, el Reino Unido, Francia y Alemania. Y un clima de harta tensión.
Que Umar Farouk Abdulmutallab, el fallido suicida nigeriano que quiso volar –por los aires y la pólvora– un avión que iba a Detroit, se haya entrenado en el modesto país no es la única razón por la que ahora las alarmas apuntan a esa esquina arábiga. Ya el anteaño pasado, un atentado contra la embajada norteamericana había dejado 17 muertos.
¿Qué se está perfilando? El desplazamiento de los ‘nudos de guerra’ hacia Afganistán, Pakistán y ahora Yemen. Pero también, como ha señalado el especialista en temas islámicos Gilles Kepel, brotes de fundamentalismo en el propio mundo occidental. Umar Farouk, por ejemplo, había estudiado en una universidad inglesa, no en El Cairo.
El caldo de cultivo para que la paranoia global vuelva a estallar está dado y con ello el riesgo de que el gobierno norteamericano se deslice hacia una guerra ciega. Obama no es Bush, sin duda, pero ante esta oleada no puede aparecer como ‘blando’; detrás de la vitrina, los republicanos lo observan, listos para ponerlo contra la pared. Ya incluso se han extremado los controles en los aeropuertos, europeos y norteamericanos, y hasta habría una lista de países ‘patrocinadores del terrorismo’ (Siria, Sudán e Irán, entre ellos). No, no es el ‘El Eje del Mal’ bushiano. Es un presidente demócrata, con un Nobel de la Paz encima, buscando la cuadratura del círculo.
Por Ramiro Escobar
martes, 5 de enero de 2010
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