Ayer, el gobierno aprista ha sufrido una tempestuosa derrota social: todos los puertos del Perú, incluso los de la selva, han parado exigiendo que se anule la concesión de Paita, que cese la entrega de puertos y que renuncie el ministro Enrique Cornejo.
El paro portuario de 48 horas continúa hoy. Su amplitud y energía indica que los trabajadores de los puertos han comprendido que su acción no es meramente sindical, sino que tiene un acento estratégico, patriótico.
Es grato comprobarlo, en la misma medida en que indigna comprobar que Chile tiene acá un nuevo Diego Portales (el ministro reaccionario, represivo y clerical chileno que allá por 1835, aparte de oponerse a la Confederación Perú-Boliviana, proclamó que “Chile debe dominar para siempre el Pacífico”).
El nuevo Diego Portales es peruano y se llama Alan García. Su segundón es Enrique Cornejo, Ministro de Transportes, socorrido por la presidenta de Preinversión, Cayetana Aljovín.
Javier Velásquez, el presidente del Consejo de Ministros, saltó ayer al ruedo para insultar a los peruanos que defienden los puertos y se oponen a la chilenización de éstos.
Eso de pedir que los puertos peruanos sigan siendo tales, le parece al premier un complejo, “que nosotros no tenemos”. En su enciclopédica ignorancia no se ha enterado de que el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, tuvo que anular, por razones geopolíticas, no por complejos, una concesión de los principales puertos del país a una empresa de los Emiratos Árabes Unidos.
Manuel Dammert dirigió, el 3 de noviembre, una penetrante carta abierta dirigida al ministro Cornejo y que nuestro diario glosó el miércoles. He aquí dos esclarecedores párrafos de esa epístola:
“El Grupo Naviero Portuario Chileno ya tiene en monopolio a Matarani y Paita, y bloquea las respectivas perspectivas interoceánicas portuarias en el sur y norte, afectando geopolíticamente al Perú. Ahora se pretende que el Gobierno haga lo imposible para liquidar Enapu, el competidor nacional del grupo chileno. Para ello el MTC promueve en el Callao el acuerdo monopólico de distribución de negocios privados entre un operador (DPW) en alianza con el grupo naviero portuario chileno (servicios navieros y los otros negocios del puerto, en almacenamiento, transporte, agencias, etc.).
“De esta forma, el país queda subordinado en el Pacífico Sur a la hegemonía naviera-portuaria chilena. Tendríamos un parasitario sistema monopólico en los puertos públicos, que ni en Chile pueden obtener, por los perjuicios que afectan a los usuarios, la producción, el comercio, el trabajo”.
Por orden de Enrique Cornejo, a los portuarios han empezado a invitarlos a un retiro incentivado. El régimen no quiere obreros que sufran el complejo del patriotismo.
AUTOR : CESAR LEVANO
FUENTE : DIARIO LA PRIMERA
domingo, 8 de noviembre de 2009
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