Por Martín Tanaka
Apareció el libro ¡Usted fue aprista! Bases para una historia crítica del APRA (Fondo Editorial PUCP-CLACSO, 2009) de Nelson Manrique. Se trata de un libro sólido, de lectura imprescindible, y sin duda será una referencia obligada para cualquier interesado en el APRA y en la historia del siglo XX peruano.
¿Cómo abordar una historia del APRA evitando caer en la hagiografía o la diatriba?, se pregunta el autor, quien se propone tener “una actitud reflexiva, alejada de las descalificaciones fáciles. Siempre la mejor opción es tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales que les preexistían y que fueron el marco –y el límite– dentro del cual podían actuar” (p. 7-8).
Según Manrique, esa “trama de relaciones” estaría compuesta por un entrecruzamiento de elementos oligárquicos, imperialistas y capitalistas frente a los cuales Haya insurgió legítimamente en los años 20. Sin embargo, desde tan temprano como 1931 el fundador del APRA habría iniciado un proceso de “derechización” que alejaría al partido de la representación de los sectores populares, impidiendo la modernización del país y generando una creciente brecha entre sociedad y Estado que padeceríamos hasta nuestros días.
Desde el título, Manrique parece reprocharle a Haya esa derechización, sin intentar entender su lógica. La sola sobrevivencia del APRA como el partido más importante del país, ¿no plantea que hubo cierta racionalidad en esas decisiones? No me parece que la línea de lectura del autor sea fiel al criterio de “tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales ... dentro de (las cuales) podían actuar”.
¿Existe un mejor ángulo para evaluar el desempeño de Haya y del APRA? Pienso que el mejor es un enfoque comparado. El APRA es la manifestación peruana de un fenómeno latinoamericano, el populismo. Manrique se refiere en diversos momentos al peronismo, al MNR boliviano, al varguismo en Brasil, pero no explora comparaciones.
Comparativamente, las que aparecen como indefiniciones y traiciones resultan manifestaciones típicas del populismo: como señalara recientemente Marcos Novaro refiriéndose al peronismo, “se presenta como una barrera contra el comunismo y la radicalización gremial frente a las clases medias y el empresariado, y como el mejor canal para satisfacer los intereses del pueblo y de los trabajadores frente a sus bases populares... asediado por quienes le reclaman orden tanto como por los que le reclaman cambios más auténticos”.
Al mismo tiempo, este “camaleonismo” es lo que explica la vitalidad y vigencia del populismo. Puede asumir una forma radical revolucionaria, como neoliberal y conservadora, según las circunstancias. En medio de esas transformaciones algunos se mantienen vigentes, como el APRA, el justicialismo o el PRI en México, y otros declinan, como el MNR o AD en Venezuela. Explicar esa diferencia es la clave.
Apareció el libro ¡Usted fue aprista! Bases para una historia crítica del APRA (Fondo Editorial PUCP-CLACSO, 2009) de Nelson Manrique. Se trata de un libro sólido, de lectura imprescindible, y sin duda será una referencia obligada para cualquier interesado en el APRA y en la historia del siglo XX peruano.
¿Cómo abordar una historia del APRA evitando caer en la hagiografía o la diatriba?, se pregunta el autor, quien se propone tener “una actitud reflexiva, alejada de las descalificaciones fáciles. Siempre la mejor opción es tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales que les preexistían y que fueron el marco –y el límite– dentro del cual podían actuar” (p. 7-8).
Según Manrique, esa “trama de relaciones” estaría compuesta por un entrecruzamiento de elementos oligárquicos, imperialistas y capitalistas frente a los cuales Haya insurgió legítimamente en los años 20. Sin embargo, desde tan temprano como 1931 el fundador del APRA habría iniciado un proceso de “derechización” que alejaría al partido de la representación de los sectores populares, impidiendo la modernización del país y generando una creciente brecha entre sociedad y Estado que padeceríamos hasta nuestros días.
Desde el título, Manrique parece reprocharle a Haya esa derechización, sin intentar entender su lógica. La sola sobrevivencia del APRA como el partido más importante del país, ¿no plantea que hubo cierta racionalidad en esas decisiones? No me parece que la línea de lectura del autor sea fiel al criterio de “tratar de entender a los protagonistas dentro de la trama de relaciones sociales ... dentro de (las cuales) podían actuar”.
¿Existe un mejor ángulo para evaluar el desempeño de Haya y del APRA? Pienso que el mejor es un enfoque comparado. El APRA es la manifestación peruana de un fenómeno latinoamericano, el populismo. Manrique se refiere en diversos momentos al peronismo, al MNR boliviano, al varguismo en Brasil, pero no explora comparaciones.
Comparativamente, las que aparecen como indefiniciones y traiciones resultan manifestaciones típicas del populismo: como señalara recientemente Marcos Novaro refiriéndose al peronismo, “se presenta como una barrera contra el comunismo y la radicalización gremial frente a las clases medias y el empresariado, y como el mejor canal para satisfacer los intereses del pueblo y de los trabajadores frente a sus bases populares... asediado por quienes le reclaman orden tanto como por los que le reclaman cambios más auténticos”.
Al mismo tiempo, este “camaleonismo” es lo que explica la vitalidad y vigencia del populismo. Puede asumir una forma radical revolucionaria, como neoliberal y conservadora, según las circunstancias. En medio de esas transformaciones algunos se mantienen vigentes, como el APRA, el justicialismo o el PRI en México, y otros declinan, como el MNR o AD en Venezuela. Explicar esa diferencia es la clave.
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