José Mujica, el candidato presidencial del Frente Amplio, la organización que se yergue como favorita para ganar los comicios en segunda vuelta en Uruguay, tras haber rozado la mayoría absoluta en la primera, expresó en estos días cruciales de campaña que el objetivo de su gobierno será privilegiar a los más pobres.
Estas declaraciones y su figura controvertida le ha valido las críticas de sus enemigos. Él lo sabe bien y por eso declaró: “Sé que no tenemos pinta de presidente. Tenemos la que la naturaleza quiso. Parece que los que vienen de abajo no pueden ser presidente”.
Lo que tiene claro es el norte de su mandato: “En el fondo la solidaridad termina beneficiando a todos. Si miles de jóvenes no tienen oportunidad de educación y de trabajo, se nos va a multiplicar la tasa de criminalidad a la larga”.
Es un convencido de que la mejor forma de mejorar la situación de la clase media y de toda la sociedad es “tener una economía que distribuya”, ya que eso le da “mayor poder adquisitivo a la gente y aumenta la capacidad de consumo y desarrolla más la conciencia social”.
En esas ideas se sustenta el respaldo de que goza el candidato del Frente Amplio, el principal favorito para ganar la segunda vuelta en las elecciones uruguayas, a realizarse el 29 de noviembre, frente al candidato del Partido Nacional, el ex presidente Luis Lacalle.
En el Frente coexisten muchos partidos y movimientos, unidos por una causa común: el beneficio de las mayorías, en un país de tres millones y medio de personas, con unos 700 mil migrantes en el mundo, que hace tiempo dejó de ser la Suiza de América.
Tras los años de crisis agudizadas por la aplicación de políticas neoliberales, el gobierno del Frente Amplio logró un objetivo sustantivo: la recuperación del salario perdido tras la crisis de 2002. En promedio el salario real creció un 25% en estos cinco años.
Ahora Mujica aspira a “una mejor distribución de la riqueza”, basada en el crecimiento económico del país y del Producto Bruto Interno, hecho que debe traducirse en una mejora sustancial en los salarios de los trabajadores.
Larga historia
José Alberto Mujica Cordano (“El Pepe”), nacido en Montevideo el 20 de mayo de 1935, es un veterano político y fue uno de los líderes del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros (MLN-T), una organización política que la década de los 70 realizó una campaña de guerrilla urbana y fue diezmada por la represión. Hoy es senador de la república y candidato del Frente Amplio para la segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
En el 2005 fue llamado por el presidente Tabaré Vásquez para ocupar el cargo de ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, cargo que le valió las simpatías del electorado por su forma peculiar y directa de hablar.
El “Pepe” ostenta una larga trayectoria en la política uruguaya. En los 70 fue apresado cuatro veces y, en dos oportunidades se fugó de la cárcel de Punta Carretas, tras burlar a los esbirros de la dictadura de Bordaberry. Pasó 15 años de su vida en prisión, junto a quien es considerado fundador y principal líder de los tupamaros, Raúl Sendic.
El grupo tomó el nombre del precursor de la independencia americana Túpac Amaru II, el hombre que se atrevió a enfrentarse al colonialismo español. Mujica permaneció detenido entre 1972 y 1985, en las peores condiciones. Fue uno de los dirigentes guerrilleros que la dictadura tomó como “rehenes”, lo que significaba que sería ejecutado en caso de que la organización retomara las armas.
En una condición marcada por el aislamiento y por las duras condiciones de detención, Mujica permaneció fiel a sus ideas. Sus colegas de prisión fueron Eleuterio Fernández Huidobro, actual senador del Frente Amplio, y, por supuesto, Sendic, ya fallecido.
Ese pasado es aprovechado por sus enemigos políticos para denostarlo. Hace poco, el ex presidente Jorge Batlle intentó vincularlo con el hallazgo de un poderoso arsenal, versión que, por carecer de pruebas, no tuvo la resonancia que buscaba el líder del Partido Colorado.
Pragmatismo charrúa
Los que acusan a Mujica de radicalismo se han llevado varias sorpresas durante la campaña. La más significativa fue escuchar de sus labios que está abierto a la participación de otros partidos para estudiar políticas conjuntas de gobierno.
Con gran pragmatismo, afirmó que el “peor fantasma” que puede padecer un país es un gobierno impedido de tomar decisiones, por contar con un Poder Ejecutivo a cargo de un partido y una mayoría parlamentaria controlada por la oposición. De hecho, el Frente Amplio no tendrá ese problema, pues el electorado le dio mayoría absoluta en las cámaras de Diputados y Senadores.
Pese a ello, ratificó su llamado a la “gente de los partidos tradicionales” para participar en el gobierno”. Aunque, aclaró, no sabe hasta dónde podrán llegar esos acuerdos.
En un abierto reproche a su adversario Luis Lacalle, que pretendió inducir a empresarios e industriales a suspender las inversiones hasta diciembre, Mujica afirmó que “ese clima de exageración hace daño” y pidió no hacer caso al alarmismo.
Mujica sí aclara que su gobierno será la continuación del de Tabaré Vásquez. “Nada de esto arranca de cero, porque se tiene el respaldo del gobierno que ha hecho muchísimo”, dijo al explicar que si asume el mandato “no va haber un cambio de carácter fenomenal”.
Sus declaraciones coinciden con las de legisladores del Frente Amplio, quienes ratificaron continuar con la política de gobierno que ha implementado el presidente Tabaré Vázquez.
Su compañero de fórmula, Danilo Astori, resaltó que no habrá sorpresas y que la coalición de izquierda planteará acuerdos con otras colectividades políticas en temas como la salud, educación, energía, seguridad y el cuidado ambiental.
Astori y Mujica, sin embargo, aclaran que “jamás” intentarán acuerdos en política económica, “porque tenemos modelos, visiones, enfoques distintos que van a seguir siendo totalmente diferentes y quizá cada vez más diferentes a medida que pasa el tiempo”.
Una declaración que ha merecido respuestas de Lacalle, que acusa al Frente Amplio de radicalismo: “(...) imagínese lo que puede ser esa aplanadora dedicada a llevar adelante un programa con ideas tremendamente radicales”, afirmó recientemente.
Mujica intentará también resolver los problemas con Argentina por la instalación de la papelera Botnia en la frontera común. El candidato aseguró que bajo un eventual gobierno suyo “se encontrará una salida al conflicto” y que ratificará la premisa básica para la diplomacia de su país: “es un hecho estratégico la buena relación con la Argentina”.
En una declaración que desató la risa de los periodistas argentinos, comentó: “¡Si fuera tan fácil! Hacemos lo que podemos. Si no hacemos más es porque no nos da la nafta. Debemos darle una salida. Y si hay que tener paciencia asiática, la tendremos. Si tenemos un forúnculo allí, que no se agrande, que quede enquistado. En algún momento nos vamos a olvidar. ¡Lo mal que le fue a Uruguay en los 50 con la Argentina de Perón! Pero somos gemelos, nacidos de la misma placenta. Nuestra actitud será desmontar los líos con la Argentina”.
La última encuesta lo da como ganador
La consulta de opinión realizada tras la primera vuelta electoral del pasado 25 de octubre, ubica al candidato del Frente Amplio con el 49% de las preferencias, por encima del candidato del Partido Nacional que alcanza el 42%.
En esas condiciones, el 9% de los votantes se mantiene como indeciso, según informó la encuestadora Factum, que dio a conocer la primera consulta de cara a la segunda vuelta electoral.
El director de la consultora, Óscar Botinelli, afirmó que la fórmula del Frente Amplio, integrada por José Mujica y Danilo Astori, mantiene los votos obtenidos en la primera vuelta. En tanto que la fórmula nacionalista, compuesta por Luis Alberto Lacalle y Jorge Larrañaga, añade 13% a los votos obtenidos en la primera ronda.
Respecto del 9% que aún no decide su voto, advirtió que muchos de ellos pertenecen al Partido Colorado, cuyo ex candidato, Pedro Bordaberry, expresó públicamente su apoyo al Partido Nacional.
Botinelli indicó que para ganar, a Mujica, Lacalle, necesita consolidar su propio electorado y captar algunos votos del partido de Raúl Rodríguez, Asamblea Popular, lo que podría darse.
Mientras tanto, la fórmula Lacalle-Larrañaga necesita, en primer lugar, mantener su propio electorado; en segundo lugar, captar todos los votos del Partido Colorado, cosa que le falta.
Y en tercer lugar, conseguir la adhesión de la gran mayoría del Partido Independiente; y, por último, lograr la adhesión de 19.000 frenteamplistas, objetivo difícil de lograr.
El director de Factum afirma que la última posibilidad que tendría Lacalle es que cerca de 38.000 votantes del Frente Amplio (el 3,4% de los votos de Mujica) votaran en blanco o anulado. Un sueño de opio en verdad.
Estas declaraciones y su figura controvertida le ha valido las críticas de sus enemigos. Él lo sabe bien y por eso declaró: “Sé que no tenemos pinta de presidente. Tenemos la que la naturaleza quiso. Parece que los que vienen de abajo no pueden ser presidente”.
Lo que tiene claro es el norte de su mandato: “En el fondo la solidaridad termina beneficiando a todos. Si miles de jóvenes no tienen oportunidad de educación y de trabajo, se nos va a multiplicar la tasa de criminalidad a la larga”.
Es un convencido de que la mejor forma de mejorar la situación de la clase media y de toda la sociedad es “tener una economía que distribuya”, ya que eso le da “mayor poder adquisitivo a la gente y aumenta la capacidad de consumo y desarrolla más la conciencia social”.
En esas ideas se sustenta el respaldo de que goza el candidato del Frente Amplio, el principal favorito para ganar la segunda vuelta en las elecciones uruguayas, a realizarse el 29 de noviembre, frente al candidato del Partido Nacional, el ex presidente Luis Lacalle.
En el Frente coexisten muchos partidos y movimientos, unidos por una causa común: el beneficio de las mayorías, en un país de tres millones y medio de personas, con unos 700 mil migrantes en el mundo, que hace tiempo dejó de ser la Suiza de América.
Tras los años de crisis agudizadas por la aplicación de políticas neoliberales, el gobierno del Frente Amplio logró un objetivo sustantivo: la recuperación del salario perdido tras la crisis de 2002. En promedio el salario real creció un 25% en estos cinco años.
Ahora Mujica aspira a “una mejor distribución de la riqueza”, basada en el crecimiento económico del país y del Producto Bruto Interno, hecho que debe traducirse en una mejora sustancial en los salarios de los trabajadores.
Larga historia
José Alberto Mujica Cordano (“El Pepe”), nacido en Montevideo el 20 de mayo de 1935, es un veterano político y fue uno de los líderes del Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros (MLN-T), una organización política que la década de los 70 realizó una campaña de guerrilla urbana y fue diezmada por la represión. Hoy es senador de la república y candidato del Frente Amplio para la segunda vuelta en las elecciones presidenciales.
En el 2005 fue llamado por el presidente Tabaré Vásquez para ocupar el cargo de ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, cargo que le valió las simpatías del electorado por su forma peculiar y directa de hablar.
El “Pepe” ostenta una larga trayectoria en la política uruguaya. En los 70 fue apresado cuatro veces y, en dos oportunidades se fugó de la cárcel de Punta Carretas, tras burlar a los esbirros de la dictadura de Bordaberry. Pasó 15 años de su vida en prisión, junto a quien es considerado fundador y principal líder de los tupamaros, Raúl Sendic.
El grupo tomó el nombre del precursor de la independencia americana Túpac Amaru II, el hombre que se atrevió a enfrentarse al colonialismo español. Mujica permaneció detenido entre 1972 y 1985, en las peores condiciones. Fue uno de los dirigentes guerrilleros que la dictadura tomó como “rehenes”, lo que significaba que sería ejecutado en caso de que la organización retomara las armas.
En una condición marcada por el aislamiento y por las duras condiciones de detención, Mujica permaneció fiel a sus ideas. Sus colegas de prisión fueron Eleuterio Fernández Huidobro, actual senador del Frente Amplio, y, por supuesto, Sendic, ya fallecido.
Ese pasado es aprovechado por sus enemigos políticos para denostarlo. Hace poco, el ex presidente Jorge Batlle intentó vincularlo con el hallazgo de un poderoso arsenal, versión que, por carecer de pruebas, no tuvo la resonancia que buscaba el líder del Partido Colorado.
Pragmatismo charrúa
Los que acusan a Mujica de radicalismo se han llevado varias sorpresas durante la campaña. La más significativa fue escuchar de sus labios que está abierto a la participación de otros partidos para estudiar políticas conjuntas de gobierno.
Con gran pragmatismo, afirmó que el “peor fantasma” que puede padecer un país es un gobierno impedido de tomar decisiones, por contar con un Poder Ejecutivo a cargo de un partido y una mayoría parlamentaria controlada por la oposición. De hecho, el Frente Amplio no tendrá ese problema, pues el electorado le dio mayoría absoluta en las cámaras de Diputados y Senadores.
Pese a ello, ratificó su llamado a la “gente de los partidos tradicionales” para participar en el gobierno”. Aunque, aclaró, no sabe hasta dónde podrán llegar esos acuerdos.
En un abierto reproche a su adversario Luis Lacalle, que pretendió inducir a empresarios e industriales a suspender las inversiones hasta diciembre, Mujica afirmó que “ese clima de exageración hace daño” y pidió no hacer caso al alarmismo.
Mujica sí aclara que su gobierno será la continuación del de Tabaré Vásquez. “Nada de esto arranca de cero, porque se tiene el respaldo del gobierno que ha hecho muchísimo”, dijo al explicar que si asume el mandato “no va haber un cambio de carácter fenomenal”.
Sus declaraciones coinciden con las de legisladores del Frente Amplio, quienes ratificaron continuar con la política de gobierno que ha implementado el presidente Tabaré Vázquez.
Su compañero de fórmula, Danilo Astori, resaltó que no habrá sorpresas y que la coalición de izquierda planteará acuerdos con otras colectividades políticas en temas como la salud, educación, energía, seguridad y el cuidado ambiental.
Astori y Mujica, sin embargo, aclaran que “jamás” intentarán acuerdos en política económica, “porque tenemos modelos, visiones, enfoques distintos que van a seguir siendo totalmente diferentes y quizá cada vez más diferentes a medida que pasa el tiempo”.
Una declaración que ha merecido respuestas de Lacalle, que acusa al Frente Amplio de radicalismo: “(...) imagínese lo que puede ser esa aplanadora dedicada a llevar adelante un programa con ideas tremendamente radicales”, afirmó recientemente.
Mujica intentará también resolver los problemas con Argentina por la instalación de la papelera Botnia en la frontera común. El candidato aseguró que bajo un eventual gobierno suyo “se encontrará una salida al conflicto” y que ratificará la premisa básica para la diplomacia de su país: “es un hecho estratégico la buena relación con la Argentina”.
En una declaración que desató la risa de los periodistas argentinos, comentó: “¡Si fuera tan fácil! Hacemos lo que podemos. Si no hacemos más es porque no nos da la nafta. Debemos darle una salida. Y si hay que tener paciencia asiática, la tendremos. Si tenemos un forúnculo allí, que no se agrande, que quede enquistado. En algún momento nos vamos a olvidar. ¡Lo mal que le fue a Uruguay en los 50 con la Argentina de Perón! Pero somos gemelos, nacidos de la misma placenta. Nuestra actitud será desmontar los líos con la Argentina”.
La última encuesta lo da como ganador
La consulta de opinión realizada tras la primera vuelta electoral del pasado 25 de octubre, ubica al candidato del Frente Amplio con el 49% de las preferencias, por encima del candidato del Partido Nacional que alcanza el 42%.
En esas condiciones, el 9% de los votantes se mantiene como indeciso, según informó la encuestadora Factum, que dio a conocer la primera consulta de cara a la segunda vuelta electoral.
El director de la consultora, Óscar Botinelli, afirmó que la fórmula del Frente Amplio, integrada por José Mujica y Danilo Astori, mantiene los votos obtenidos en la primera vuelta. En tanto que la fórmula nacionalista, compuesta por Luis Alberto Lacalle y Jorge Larrañaga, añade 13% a los votos obtenidos en la primera ronda.
Respecto del 9% que aún no decide su voto, advirtió que muchos de ellos pertenecen al Partido Colorado, cuyo ex candidato, Pedro Bordaberry, expresó públicamente su apoyo al Partido Nacional.
Botinelli indicó que para ganar, a Mujica, Lacalle, necesita consolidar su propio electorado y captar algunos votos del partido de Raúl Rodríguez, Asamblea Popular, lo que podría darse.
Mientras tanto, la fórmula Lacalle-Larrañaga necesita, en primer lugar, mantener su propio electorado; en segundo lugar, captar todos los votos del Partido Colorado, cosa que le falta.
Y en tercer lugar, conseguir la adhesión de la gran mayoría del Partido Independiente; y, por último, lograr la adhesión de 19.000 frenteamplistas, objetivo difícil de lograr.
El director de Factum afirma que la última posibilidad que tendría Lacalle es que cerca de 38.000 votantes del Frente Amplio (el 3,4% de los votos de Mujica) votaran en blanco o anulado. Un sueño de opio en verdad.
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