lunes, 16 de noviembre de 2009
Chile las sabe todas
El espionaje chileno descubierto la semana pasada es un caso no cerrado. Hay una investigación castrense en marcha, que no debe circunscribirse a Víctor Ariza y su entorno, ni limitarse al presente inmediato. En la historia de los espías al servicio de Chile –y de Estados Unidos– no podemos olvidar al vendepatria Vladimiro Montesinos, quien sin duda sembró compinches en el aparato de inteligencia.Hay un libro involuntariamente revelador al respecto. Su autor es José Rodríguez Elizondo, portavoz oficioso de la geopolítica chilena y favorito en ciertas páginas de la prensa peruana. El volumen se titula Chile-Perú. El siglo que vivimos en peligro. El libro fue editado en el 2004 en Chile. En sus páginas encontramos una entrevista de Rodríguez Elizondo con el general Francisco Morales Bermúdez, y allí, página 140, aparece esta joya respecto al golpe contra el general Juan Velasco Alvarado:“En ese punto confirma que, por consejo del general Artemio García, comandante de la guarnición de Tacna, se preocupó de advertir sobre sus movimientos a oficiales chilenos. Ordenó tomar contacto con el coronel Mena, a cargo de la guarnición de Arica, quien ya sabía lo que pasaba en el Perú (subrayado nuestro). Eso dio gran tranquilidad en ambos lados. Incluso recuerda que cuando se le comunicó a Mena que él estaba tomando el poder, su respuesta fue: “viva el Perú”.Nótese la frase que indica que el jefe de la guarnición chilena ya sabía no sólo lo que estaba ocurriendo, sino también lo que iba a ocurrir.Hay, pues, una antigua infiltración que sin duda tiene eslabones de continuidad. El suboficial Ariza puede ser el que jala la cadena.Todos estos hechos reiteran una verdad histórica: Chile nos tiene hambre. Un hambre insaciable.Eso mismo revela la fibra antinacional de la política de Alan García, de estrechar vínculos diplomáticos, políticos y económicos con Chile, lo cual refuerza nuestro aislamiento.No olvidemos que Chile prosigue desde el siglo XIX una política de alianzas, en particular con Inglaterra, su patrocinadora y guía en la guerra del Pacífico, la bien llamada guerra del salitre.La diplomacia chilena es metódica y persistente. Sigue la política antiperuana y antiboliviana que trazó Diego Portales.China tuvo en el Chile de Pinochet al único régimen de América Latina que fue su aliado, con el cual mantuvo relaciones cordiales e inalterables. A Beijing no le importó que allí existiera una dictadura fascista. Quizás le interesó más que en Chile se persiguiera, asesinara y barriera a “revisionistas”.En todo caso, a diferencia del aprismo gobernante, el Perú debe ser cauto y reservado frente a una China que no vacila en destruir la incipiente industria peruana.Al Perú, doctor García, hay que respetarlo y hacerlo respetar.
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