domingo, 1 de noviembre de 2009

Blackwater

Por Fernado Rospigliosi
La privatización de la seguridad en los Estados Unidos y el ejército de mercenarios más grande del mundo. No solo negocios, también fundamentalismo religioso.
El 10 de setiembre de 2001, Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa de la administración de George Bush hijo, pronunció un discurso que resumía su pensamiento sobre la gran transformación del Ejército que pensaba realizar.
Después del derrumbe del comunismo, dijo Rumsfeld, el principal enemigo de la seguridad de los EEUU era el Pentágono. Más precisamente, “la burocracia del Pentágono” que “de manera sistemática y brutal, ahoga el pensamiento libre y aplasta toda nueva idea. Crea problemas a la defensa de los Estados Unidos y pone en peligro la vida de hombres y mujeres por igual.”
Al día siguiente, un enemigo al que los altos cargos del gobierno de Bush habían subestimado sistemáticamente, Al Qaeda, estrelló un avión secuestrado de American Airlines contra el Pentágono y otros dos contra las Torres Gemelas en Nueva York.
Rumsfeld utilizó eso y lo que vino después, la invasión de Afganistán e Irak, para poner en práctica sus ambiciosos planes de privatizar la seguridad.
El libro del periodista norteamericano Jeremy Scahill, “Blackwater, el auge del ejército mercenario más poderoso del mundo” (Paidós, 2008) detalla ese proceso a través de la historia de una empresa desconocida que creció desmesuradamente gracias a la política de Rumsfeld y el vicepresidente Dick Cheney, antiguo secretario de Defensa en el gobierno de George Bush padre.
RELIGIÓN Y POLÍTICA
Blackwater, una empresa de seguridad privada, fue fundada en 1997 por Erik Prince, hijo del multimillonario y ultraconservador Edgar Prince. Edgar murió repentinamente en 1995 y su hijo Erik, un comando SEAL de la armada norteamericana, se retiró de la vida militar para hacerse cargo de los asuntos de la familia. A Erik le tocaron 500 millones de dólares de los 1,350 millones de la venta de la empresa de su difunto padre.
Los Prince habían apoyado siempre a los republicanos y a los cristianos ultraconservadores, “teocons”. Erik siguió la tradición de la familia con una pequeña variante, abandonó el protestantismo de sus padres y se convirtió al catolicismo. Pero financia, entre otras cosas, una organización que une a católicos, protestantes y judíos de derecha.
DE CAROLINA A IRAK
A la sombra de la política privatizadora de Rumsfeld, Blackwater empezó a progresar meteóricamente. Irak se convirtió en un extraordinario negocio para las empresas contratistas del Pentágono y todas ellas requieren seguridad, que brindan empresas como Blackwater, que tomó su nombre (agua negra) de una zona pantanosa de Carolina del Norte donde tienen enormes instalaciones de miles de hectáreas.
Blackwater adquirió fama porque, entre otras cosas, se encargó de la seguridad personal de Paul Bremer, el procónsul norteamericano en Irak desde mayo de 2003. Si Blackwater podía proteger al hombre más acechado en el lugar más peligroso del mundo, era capaz de cualquier cosa.
Bremer, un ultraconservador converso al catolicismo, como Prince, cometió errores gravísimos que llevaron al desastre actual en Irak.
LA ÉLITE
Una de las razones del éxito de Blackwater es que no tiene en su planilla a simples militares retirados. Tiene a lo más selecto de todos, antiguos SEAL de la armada, Fuerza Delta y Boinas Verdes del Ejército, SAS británicos. La crema de la crema.
Ellos cobran entre 600 y 800 dólares diarios por sus servicios. La empresa, luego de pasar por un complejo sistema de contratos y subcontratos, cobra a sus clientes unos 1,500 dólares diarios por hombre.
En América Latina, han contratado a ex comandos chilenos, a través de un oficial retirado chileno-norteamericano –ferviente admirador de Augusto Pinochet–, José Miguel Pizarro Ovalle.
En 2005, Cofer Black, famoso ex jefe del Centro de Contraterrorismo (CTC) de la CIA se incorporó como vicepresidente de Blackwater.
Así, el Estado entrena a militares y espías que luego pasan a trabajar en empresas privadas ganando salarios mucho más altos de los que les puede pagar el Ejército o la CIA.
SUSTITUIR A LAS NN.UU.
Según Scahill, Blackwater tenía en el año 2007 2,300 hombres desplegados en 9 países. Presumía, además, de contar con 21,000 hombres en su base de datos, a los que podía reclutar en cualquier momento. Miles de miembros de cuerpos de seguridad de Estados Unidos y de todo el mundo reciben instrucción cada año en las instalaciones de Blackwater en Carolina del Norte.
Ahora Blackwater ha cambiado de nombre, se denomina Xe, y Prince, que acaba de cumplir 40 años, ha dejado la presidencia, aunque sigue siendo el único dueño.
Su nueva –y peligrosa– perspectiva es convertirse en una “fuerza de paz” y reemplazar a lo que califican como caros e ineficientes ejércitos de las Naciones Unidas.

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