domingo, 29 de noviembre de 2009

De Valle Umbroso a Ballumbrosio


Por: Maruja Muñoz *

“El Carmen era un villorrio y cuando estaban los esclavistas era zona de los que se venían Escapados. Aquí vivieron mis abuelos, le ponían los grilletes y su argolla como si fueran bueyes. [...] ¡Le marcaban como a la res! Era tiempo de los patrones. Y se corrían los pobres “yanas’ (negros en quechua). Se iban también para el Guayabo”, contaba Amador Ballumbrosio a sus hijos, a sus nietos, a Milagros Carazas quien lo reproduce en “El canto del tordo”. Eusebio, el segundo de los 14 hijos de Amador dice, “mi padre contaba que a sus ancestros los llevó al Cusco el marqués de Valle Umbroso. Abolida la esclavitud los trajeron a Chincha”. Asegura que su ascendencia es swazi, una etnia sudafricana famosa por sus hilados, coloridas vestimentas, ceremonias y rituales. En 1652, ingleses y holandeses se peleaban por el té y por el territorio, mientras los nativos se disputaban lo que hoy es Swazilandia. Muchos swazis fueron capturados por los zulú y vendidos como esclavos.

El poderoso marqués
Luis Nieto Degregori dice de Valle Umbroso que “su voluntad se hacía ley”. Hijo ilegítimo de Diego de Esquivel, Marqués de Valle Umbroso y de Jarava y Esquivel, asentado en el Cusco a finales del siglo XVI, labró una formidable fortuna que engordaba al rey de España por lo que Carlos II lo recompensó con el marquesado en 1687. No se sabe si estuvo vinculado al comercio de esclavos pero sí a las Casas de Monedas Españolas en el Sur.

“Pues Amador, más que arquitecto graduado en la pobreza, es esa mezcla de danzante y músico“ (César Calvo).

El Valleumbroso que los abuelos de Amador conocieron debió ser Pedro José Zavala Bravo de Rivero, el VII y último de la dinastía. Heredó el título, varias casonas y una hacienda con 50 esclavos y 5 trabajadores libres. El historiador Tauro del Pino indica que en la Guerra de la Independencia fue apresado y “canjeado” por un coronel independentista. Valle Umbroso volvió al Perú en 1849, con dos hijos, Toribio y Juan. En 1866, mientras que Juan servía a España como ministro de Marina, Toribio defendía el Callao del ataque español en el Combate del 2 de Mayo.

“Con su toque de violín
mi abuelito me enseñó
a seguir bien el compás
y a mí no se me olvidó“
(A. Maguiña y C. Hayre)

“Le decíamos Champita”, de cariño. Amador era consciente de que las danzas y cantos que se hacían en los galpones no era juerga sino ritual de protesta y oración”, cuenta Silvia Villa Cartagena, madrina de varias promociones de negritos del Hatajo de El Carmen.

Canto antiguo
“Hace más de 350 años existen los cánticos del negro carmelitano, vienen de una inspiración ancestral que mi padre continuó porque así se lo prometió a su abuelo. Ahora, sus hijos somos la evidencia de que el panalivio, el zancudito, el festejo están en nuestra sangre”, dice su hijo Chebo.

“Me fui por un caminito,
me encontré con San Benito
y me dijo: mira hijito pórtate bonito”

No hay poblador de El Carmen y alrededores que no fuera rezado por Amador, asegura Silvia Villa. “Decía: se ha caído, se ha golpeado pero también asustado. Al caer la tarde, con un huevo y una estampita de la Virgen te rezaba. Inventábamos sustos para que nos rece porque acompañaba las oraciones con giros histriónicos y fábulas como “Me fui por el callejón, me encontré con San Hilarión y este me abrazó tan fuerte que me llegó al corazón”. “Lo de rezador lo heredó de mi abuela Isabel —dice Chebo— otros primos y yo también rezamos, es un don”.

Vamo” pa Chincha, familia
“Un día llegó a El Carmen el congresista César Larrabure y le dijo a mi padre que invite a la gente al Verano Negro. Amador dijo ¡Vamo pa´ Chincha familia! Larrabure le prometió muchas cosas, nunca cumplió. Mi hermana Marcela patentó la frase pero no sé si tendrá regalía”, recuerda Eusebio Ballumbrosio.

Alegría y continuidad
“Amador tenía tranquilidad, decía que hablar del racismo o discriminación era perder el tiempo. Y cantaba y creaba temas como Chinchibí y Papá Antonio sobre el trabajo en el campo”, reflexiona Eusebio.

¿Quién dará ahora, que Amador no está, la orden de inicio al Hatajo de los negritos de El Carmen?

“Alsicia, en su calidad de bailarina y quinta hija. Es la mayorala encargada desde que Amador quedó postrado. Ella está dirigiendo los ensayos y el 23 empieza el recorrido, casa por casa”, responde Silvia Villa y nuestro diálogo termina con este villancico carmelitano: “para adorarte, llegaremos, soberana Majestad, para que seas feliz en las noches y en pascua de Navidad”.

Murieron como muy muy
El Decreto de Huancayo (3 de diciembre de 1854) no puso fin a la esclavitud: “En 1965, en Chincha, había toque de queda. El negro Neptalí Joya, caporal de la hacienda San José y exhibía la “carimba” (marca) en la piel, contaba que después de la Guerra con Chile hubo un levantamiento exigiendo libertad. Murieron negros como muy muy. A raíz de esto se instauró el toque de queda que duró 100 años”, cuenta José Campos Dávila, doctor en Educación, docente universitario (“Cheche”, para sus amigos). Hermes Palma Quiroz, ex alcalde de El Carmen, precisa que el 24 de diciembre de 1879 hubo un levantamiento de campesinos negros de las haciendas Hoja Redonda, Alto Larán, San Regis y San José, “su lucha no era por libertad sino por mejores condiciones y trato. Había abusos, marginación, racismo, bajos salarios, falta de escuelas y servicios. Amador puede haber sufrido el régimen de las haciendas por su padre o cuando tempranamente tuvo que trabajar”.

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