domingo, 8 de noviembre de 2009

“García quiere ser el jefe de la derecha”

Doctorado en sociología por San Marcos, con estudios en la Universidad de París, docente de la Universidad Católica y ex director de la Biblioteca Nacional, Sinesio López es un agudo analista político. Recientemente, desde las páginas de La República, sostuvo un debate con Jaime de Althaus, columnista de El Comercio. La polémica pasará pronto a un escenario real. Ambos se encontrarán cara a cara para discutir sobre el modelo económico y el desarrollo capitalista. Por Federico de Cárdenas¿Que opinas de esta campaña, curiosamente encabezada por el Ejecutivo, en favor de un referéndum por el voto voluntario?–Tengo la impresión de que se trata de algo tremendamente improvisado y cuyos resultados, aunque no se acepte así, implican –en el caso del voto voluntario– una “elitización” del sufragio. Además el referéndum es un arma del ciudadano, no un arma del poder. Así fue considerado por los constituyentes cuando lo incorporaron a nuestro sistema político. No sé por qué un ministro o el presidente tienen que implicarse directamente en la campaña, cuando es claro que su tarea es gobernar, no promover referendos.–El gobierno atravesó su momento más difícil con ocasión de los sucesos de Bagua, sin embargo, da la impresión de que luego ha logrado un momento de respiro. ¿No es acaso una falsa calma? Los conflictos siguen latentes…–Creo que sí. No hay más que consultar el informe mensual de la Defensoría, con su graduación de conflictos. Se trata de una tensa calma que en cualquier momento puede estallar. No se resuelven los problemas, siguen allí, sobre todo en el caso de los movimientos que tienen que ver con reivindicaciones étnico-ambientales, que son prácticamente la mitad de ellos. Lo que ha variado son las condiciones que tuvo el modelo neoliberal para implantarse, que aprovechó de un movimiento social en repliegue, ahora es lo contrario.–Sin embargo, muchas de las agendas que estos movimientos regionales o locales levantan son ignoradas por los partidos políticos, ausentes de ese escenario. ¿Crees posible que logren aglutinarse a nivel nacional y constituirse en fuerza política?–Lo veo difícil. Es verdad que los partidos no figuran, pero la política no está ausente, pues lo que hay es la presencia de antiguos activistas de izquierda que de algún modo quedaron “sueltos” luego del final de IU y que se han reciclado en estos frentes regionales y es su actuación la que les da cierta articulación. De otro lado, no se puede obviar la importancia que los medios de comunicación locales –especialmente la radio– juegan en estos conflictos como elemento de difusión de las demandas y también en un rol articulador.El escenario político–En un artículo para La República señalabas al propio presidente García como cabeza de la campaña de demolición de Ollanta Humala? ¿Te ratificas en esta impresión?–Sí. Creo que García ya no quiere ser jefe del APRA, que por lo demás tiene una participación muy limitada en su gobierno. García quiere ser el jefe de la derecha, y tiene visión para serlo. Lo planteó desde su famosa frase, en la que dijo que no podía ser candidato, pero sí podía impedir que los que atentan contra el sistema ganen las elecciones. Ese es el rol que se ha fijado y no tengo dudas respecto de que lo va a cumplir.–¿No crees que el principal problema de la derecha para estas elecciones es tener demasiados candidatos?–Sin duda. Su principal problema es decidir quién va a ser el candidato que le proporcione la seguridad de estar en la segunda vuelta. Está Castañeda, pero tampoco garantiza mucho. Claro, tienen otras estrategias, como por ejemplo fragmentar el espacio de centroizquierda, de tal manera que también surjan varios candidatos y se anulen entre ellos. Pero si no lo logran, es seguro que Ollanta Humala estará en la segunda vuelta, y allí la única que podría ganarle es Keiko. Pero nos adelantamos a un escenario en el que falta mucho por definir. Es una decisión que tendrá que ser tomada sobre la marcha en la primera vuelta.–¿Cómo ves una candidatura de Toledo? No se puede olvidar que hay una tradición que favorece que los ex presidentes repitan el plato.–Toledo es bien visto por el empresariado, que es un poder fáctico. Eso juega a su favor, pero no sé si los otros poderes fácticos lo ven bien. Está claro que García no lo ve como el candidato de sus preferencias. Pero Toledo podría correrse un poco en el espectro y apuntar al espacio de la centroizquierda. No hay que olvidar que, pese a haber sido objeto de críticas durísimas durante su gobierno, se fue con una aureola de triunfador.–¿No crees que esta reciente entrevista con García los ha aproximado?–Pueden haber limado algunas asperezas. El objetivo de García al abrirle la puerta puede ser medirlo y también ver cómo pueden negociar. No estamos en una dictadura ni mucho menos, pero hay ciertas cosas que se mueven subterráneamente. Pensemos en el caso BTR. Imagina por un momento que apareciera un petroaudio en el que se escuche claramente una conversación entre García y Ponce Feijoo. Sería absolutamente explosivo. De ahí toda esta demora, que busca filtrar con todo cuidado qué se hace público y qué no. Por cierto, lo anterior es una hipótesis, no es que yo tenga evidencias, y dudo que alguien las tenga.–¿Y Luis Castañeda? ¿Hasta ahora es el mejor ubicado para llegar a la segunda vuelta?–Podría buscar algún tipo de apoyo. El problema peliagudo para la derecha son las alianzas en primera vuelta. ¿Cómo jugarse por un candidato, si a lo mejor pierde y no pasa? Castañeda podría decir que el apoyo igual lo va a obtener, pero para ello tiene que seguir tan bien posicionado.–¿Lourdes Flores conserva posibilidades, pese a su cuestionada defensa de Cataño?–Ha jugado muy mal sus fichas, aunque nadie duda de su honradez. Pero mientras siga donde está, lo suyo se parece mucho a un suicidio político. Ollanta humala–¿No crees que el tema de las alianzas se plantea también para Ollanta Humala?–Por cierto. De todas maneras va a tener que ir con esta nueva corriente que encarna el padre Arana. Para la izquierda –sea de Arana o de Humala– es fundamental resolver dos puntos. El primero es formar un frente social amplio, no puede quedarse solamente en los excluidos, tiene que incorporar clases medias y líderes del mundo empresarial. Si quieres darle viabilidad a un modelo de desarrollo, tienes que recoger a parte de los empresarios; puedes “recentrarlo” y hacerlo mirar hacia el país pero también tienes que mirar hacia fuera, y no solo a partir de la gran minería. Una visión que tiene que articular Nación, Estado y un modelo de desarrollo. El segundo es el frente político. Humala carece de cuadros preparados y deberá tomar en cuenta a esos antiguos técnicos de IU que gobernaron Lima con Barrantes, que tienen experiencia de administración ganada en los gobiernos de Paniagua y Toledo y que han manejado instituciones importantes. Pues se trata de gobernar el país, y eso no se improvisa.–¿Cuánta mella puede hacerle la chapa “antisistema”, que se aplica a todo aquel que plantee cambios al pensamiento único neoliberal?–Me parece que Ollanta Humala se ha dejado encapsular por ese término. No cabe duda de que es un movimiento hábil de la derecha para deslegitimarlo, pero deberá denunciarlo como lo que es, una maniobra.–¿Su relación con Chávez podría perjudicarlo?–Creo que es una relación en la medida que ambos se oponen al modelo liberal, pero no me parece que se trate de una relación umbilical, con articulaciones orgánicas. Tampoco me parece que sea posible crear algo parecido al chavismo en el Perú, lo que implicaría el recorte de todos los espacios democráticos; la alternancia en el poder en primer lugar. El candidato del PAP–Una incógnita que falta resolver es quién será el candidato del Apra y qué posibilidades tendrá.–No las veo muy grandes. El Apra ya no es el partido que era, ¿acaso García lo ha tomado en cuenta y le ha dado trato de partido de gobierno? No. García ha jugado solo y decidido casi todo. Mi impresión es que incluso ha tenido más poder que en 1985-90. Ha nombrado los ministros que quiso. Su caso no es el de Haya de la Torre, que siendo un caudillo político también formó un partido y abrió espacios de organización a las masas. García no organiza. El debate con de Althaus–¿No te parece que tu reciente debate con Jaime de Althaus fue una especie de diálogo de sordos?–Creo que sí. Jaime respondió a un artículo en el cual yo sostenía que el modelo económico no tiene hoy las condiciones para funcionar que conoció en el pasado, cuando el neoliberalismo se implantó en el país porque no había quién se oponga, Él en cambio ve el modelo como paradisíaco: inclusivo, articulador, etc. Le respondí que yo lo que estaba tratando eran las relaciones entre economía y política. Era lo que también hacía Jurgen Schuldt, con gran despliegue de cifras y datos, en un magnífico artículo publicado en esta revista el domingo pasado. Pero el debate no está terminado: un grupo de estudiantes nos ha invitado a polemizar cara a cara y allí tal vez surjan puentes que por ahora no veo.

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