domingo, 1 de noviembre de 2009

En el nombre del padre


Marco Antonio Enríquez-Ominami, nacido el 12 de junio de 1973, tres meses antes del golpe de Pinochet, estudió filosofía y cine y militó en el Partido Socialista desde que tenía 20 años. Ahora amenaza con derribar al líder de las encuestas, el empresario Sebastián Piñera, así como al segundo, Eduardo Frei, el candidato de la oficialista Concertación, de acuerdo a las últimas encuestas de opinión. Hijo de Miguel Enríquez, histórico líder del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Marco Antonio renunció al Partido Socialista de Chile para ser candidato a la presidencia de la República. Hoy las encuestas lo catapultan al tercer puesto, a 13 puntos del favorito Piñera, pero lo sorprendente es el pronóstico en segunda vuelta: ganaría por dos puntos. Su propuesta de cambio lo identifica con su padre y él no lo niega. “Quiero decir que, como candidato presidencial, hoy más que nunca me inspira lo que movió a Miguel a enfrentar la inercia, el chantaje y el miedo, y a pagar con su vida sus sueños y sus ideales”. “Miguel pertenece a ese club de hombres que han hecho historia, no sólo en Chile sino en el mundo, hombres que dieron su vida por sus ideas. Hoy tengo 36 años y soy padre de dos hijas; por tanto puedo disfrutar de su legado y con humildad quiero decir que Miguel representa lo que yo también quiero para Chile, un país sin pobres, un país dinámico, un país igualitario, un país donde todos podamos competir, pero con una cancha de inicio pareja”. Marco Antonio ingresó a la Juventud Socialista en sus tiempos de estudiante, en 1993. En las elecciones parlamentarias celebradas en 2006 se postuló a diputado por el Distrito 10 y obtuvo un total de 46.590 votos válidamente emitidos, transformándose en la primera mayoría distrital de las preferencias electorales. Decidió dejar el partido de la presidenta Bachelet luego de que sus partidarios enviaran una misiva al partido pidiendo la realización de elecciones primarias para dilucidar quién sería el candidato de la Concertación, pero la dirección del Partido Socialista se negó afirmando que el demócrata cristiano Eduardo Frei era el candidato único del conglomerado oficialista. El 12 de junio de 2009, Marco formalizó su renuncia al partido y lanzó su candidatura con el apoyo del Partido Humanista, el Partido Ecologista y el Movimiento Amplio Social. Políticas sociales Su prédica en favor de las políticas sociales le ganó el respaldo de vastos sectores, como los maestros, a los que prometió mayores partidas para atender las necesidades de la Educación y hacer una revolución en el sector, porque las políticas aplicadas hasta el momento han fracasado. “Con este presupuesto la revolución en educación comenzará a finales del 2010, pero esa transformación, que queremos generar por la vía de modificaciones legales, administrativas y una inyección inédita en la historia de la educación chilena, no la vamos a abandonar, tendremos que hacerla más gradualmente durante el próximo año y a partir de 2011 impactar positivamente en los planes que tenemos para reformar la educación”, dijo. Además, prometió pagar la deuda histórica de los profesores, deuda desconocida por el gobierno de la Concertación a pesar que la generó la dictadura cuando entregó el sector a los municipios. “Nuestra propuesta es que, en 5 años, partiendo el 2010, le demos mil dólares por año a cada profesor, lo que significa 5 mil dólares, más otros 5 mil dólares que irán a sus fondos de pensiones para que tengan jubilaciones dignas. En total son 800 millones de dólares los que se invertirán en 5 años y que cuentan con financiamiento dentro de nuestros actuales parámetros presupuestarios”, dijo. Enríquez-Ominami afirmó que no recuerda que en los últimos 20 años una candidatura, a meses de una elección, haga una propuesta precisa, financiada, respaldada y realista. “Yo he dicho que no hay ninguna revolución en educación que se haga contra los profesores sino que con los profesores y por eso hemos hecho esta propuesta para comenzar a pagar la deuda que existe con ellos”, manifestó. En esa polémica, el candidato independiente subrayó la necesidad de otorgar mayores partidas a los sectores sociales: “La ley de presupuesto se va a tramitar en noviembre y por ello nos parece adecuado que cada candidatura haga propuestas concretas, auditables, empíricamente contrastables y no propuestas que sean sólo buenos deseos. Esta no es sólo la batalla de nuestra candidatura sino la batalla de Chile, de hacer del presupuesto 2010 un presupuesto más justo”, indicó recientemente. Sus planes han merecido el reconocimiento de los electores que lo catapultan en las encuestas, hecho que se traduce en la caída de las preferencias de Piñera y Frei, aunque el más preocupado es el segundo. Ya en sectores de la Concertación se escucharon voces que reclaman el cambio generacional, lo que obligó a Frei a anunciar propuestas para favorecer la renovación de la clase política. En el marco de la presentación de sus “24 medidas para dignificar la política y el servicio público”, anunció como uno de los principales compromisos el que al menos la mitad de sus ministros serán menores de 45 años, lo que puso en evidencia que Enríquez-Ominami está marcando la agenda. La propuesta intenta ganar el voto de los jóvenes, sobre todo en el electorado de izquierda, descontentos con el gobierno por no haber priorizado las políticas sociales en los últimos años. Favoritismo descaradoLa preocupación por el crecimiento de Enríquez-Ominami llevó a una abierta intromisión del gobierno de Bachelet en la campaña electoral, lo que ha provocado la reacción de los opositores chilenos. Ellos cuestionan que Bachelet haya autorizado a sus ministros a hacer activismo en favor de Frei. Enriquez dijo: “Al frente tenemos a un grupo de ministros que de manera destemplada, a un grupo de intendentes que de manera descarnada, ya confiesan no ser secretarios de Estado y que no trabajan para los chilenos, trabajan por sus miedos, para rescatar a un candidato que está en caída libre, y en esa caída libre están dispuestos a dejar de lado la ‘deuda histórica’, a dejar de lado sus tareas”.Marco Antonio cuestionó que Frei se calle en siete idiomas ante el intervencionismo electoral, que en dos meses provocó la salida de dos intendentes de la Democracia Cristiana. “Su gobierno va a ser de una bajeza ética brutal, porque no lo he escuchado que él diga que no le parece bien que intendentes se dediquen a su campaña”, resaltó. Otros opositores se sumaron a los cuestionamientos. “Entiendo que el gobierno esté desesperado, pero eso no justifica utilizar el aparataje del Estado para una candidatura presidencial”, comentó el derechista José Antonio Coloma. “Lo que está ocurriendo está enturbiando el fin del mandato de la presidenta de la República”, dijo por su parte el senador Andrés Allamand. El presidente del Senado, Jovino Novoa, señaló que la actuación del gobierno es “una actitud contraria a la ética”. Bachelet “ha cometido un grave error al estimular esta actitud de los ministros”, enfatizó al referirse a la decisión de Bachelet de autorizar a sus ministros a participar en actos de campaña fuera de su horario de trabajo. “Como ciudadanos los ministros tienen todo el derecho a manifestar públicamente sus opiniones políticas”, arguyó la presidenta.El propio Piñera cuestionó la invitación a Frei a participar en un acto en La Moneda para la celebración del Día de la Iglesia Evangélica. Desde Los Ángeles, el empresario calificó la invitación como un nuevo acto de intervencionismo electoral y acusó al gobierno de “utilizar a la fe evangélica para favorecer a un candidato”. El líder de la derechista Coalición por el Cambio insistió en que el “gobierno de la presidenta Bachelet está dedicado a hacerle respiración artificial” a Frei, que se cae en las encuestas frente al avance arrollador de Enríquez-Ominami. La derecha le teme más Los asesores de imagen del candidato favorito Sebastián Piñera temen más a Enríquez-Ominami que a Eduardo Frei. Esos temores se acrecentaron luego que se publicara una encuesta de opinión de la Universidad Diego Portales que revelaba una caída de siete puntos en las preferencias del derechista, que descendió al 30,3%. Esa encuesta le otorga todavía el segundo lugar al candidato oficialista, Eduardo Frei, con un 23,7%, seguido de Enríquez-Ominami con el 17,3%. En cuarto lugar aparecía el izquierdista Jorge Arrate, con 4,1%. Pero lo más preocupante para los asesores de Piñera son los resultados en segunda vuelta. Enfrentado a Piñera, Eduardo Frei obtiene un 36,3%, mientras que el empresario alcanza un 35%, en un virtual empate técnico. Lo más sorprendente de la encuesta es el balotaje con Enríquez-Ominami, pues mientras Piñera resulta con un 34% de la votación, el diputado lo sobrepasa con un 36,4% de respaldo. Esta fue la primera vez que las encuestas revelan que la candidatura de Piñera podría ser derrotada en las urnas en las próximas elecciones presidenciales, pues hasta hace poco se le consideraba imbatible. Lo cierto es que el fantasma de Enríquez-Ominami ronda a la derecha chilena.Efraín RúaEditor Mundo

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